La carretera, ese escenario cotidiano de idas y venidas, puede transformarse en un instante en un lugar donde la vida pende de un hilo. Nadie desea verse envuelto en un accidente de tráfico, pero la cruda realidad es que, en algún momento, podemos ser testigos de uno, y es en ese trance cuando conocer la conducta PAS que exige la DGT se convierte en una herramienta vital. Estar preparado para actuar con serenidad y eficacia no solo es una muestra de civismo, sino una obligación moral que puede marcar la diferencia entre la vida y la muerte, o entre una recuperación rápida y secuelas irreparables.
Saber cómo reaccionar ante un siniestro vial va mucho más allá de la simple buena voluntad; requiere un protocolo claro, una secuencia de acciones ordenada y precisa que permita optimizar los recursos y minimizar los riesgos. Este protocolo, conocido universalmente por el acrónimo PAS –Proteger, Avisar y Socorrer–, es la guía fundamental que las autoridades, y en particular la Dirección General de Tráfico, insisten en divulgar. Interiorizar estos tres pasos, comprender su lógica y su importancia, nos capacita para pasar de ser meros espectadores atenazados por el pánico a convertirnos en el primer y crucial eslabón de la cadena de supervivencia, una pieza clave hasta la llegada de los servicios de emergencia profesionales.
3SOCORRER: LA AYUDA DIRECTA CON PRUDENCIA Y CONOCIMIENTO

Llegamos a la S de Socorrer, la fase en la que se presta la primera atención a las víctimas, pero siempre bajo una premisa fundamental: no hacer más daño del que ya existe. La intervención de un testigo debe limitarse a aplicar los conocimientos básicos de primeros auxilios, evitando actuaciones para las que no se esté cualificado, ya que una manipulación incorrecta puede agravar lesiones, especialmente las medulares. Lo primero es evaluar el estado de los heridos, comprobando si están conscientes y si respiran. Para ello, se les puede hablar, preguntarles cómo se encuentran y observar si hay movimientos torácicos.
En caso de que una víctima no responda y no respire con normalidad, y siempre que se tengan los conocimientos necesarios, se podrían iniciar maniobras de reanimación cardiopulmonar (RCP) si así lo indicara el operador del 112. Sin embargo, la DGT y los expertos en emergencias insisten en que, para el ciudadano medio, la prioridad es no mover a los heridos, salvo que exista un peligro inminente y vital (como un incendio), ya que un movimiento inadecuado podría causar lesiones irreparables. No se debe quitar el casco a un motorista accidentado, ni dar de beber o comer a los heridos, y sí es fundamental abrigarlos para evitar la hipotermia, incluso en verano, y transmitirles tranquilidad y confianza hasta la llegada de la ayuda especializada.