La carretera, ese escenario cotidiano de idas y venidas, puede transformarse en un instante en un lugar donde la vida pende de un hilo. Nadie desea verse envuelto en un accidente de tráfico, pero la cruda realidad es que, en algún momento, podemos ser testigos de uno, y es en ese trance cuando conocer la conducta PAS que exige la DGT se convierte en una herramienta vital. Estar preparado para actuar con serenidad y eficacia no solo es una muestra de civismo, sino una obligación moral que puede marcar la diferencia entre la vida y la muerte, o entre una recuperación rápida y secuelas irreparables.
Saber cómo reaccionar ante un siniestro vial va mucho más allá de la simple buena voluntad; requiere un protocolo claro, una secuencia de acciones ordenada y precisa que permita optimizar los recursos y minimizar los riesgos. Este protocolo, conocido universalmente por el acrónimo PAS –Proteger, Avisar y Socorrer–, es la guía fundamental que las autoridades, y en particular la Dirección General de Tráfico, insisten en divulgar. Interiorizar estos tres pasos, comprender su lógica y su importancia, nos capacita para pasar de ser meros espectadores atenazados por el pánico a convertirnos en el primer y crucial eslabón de la cadena de supervivencia, una pieza clave hasta la llegada de los servicios de emergencia profesionales.
4LA CONDUCTA PAS: MÁS QUE UN ACRÓNIMO, UN COMPROMISO CIUDADANO QUE LA DGT PROMUEVE

La secuencia Proteger, Avisar y Socorrer no es una mera recomendación, sino una guía de actuación que la DGT se esfuerza en inculcar en todos los conductores y ciudadanos. Dominar estos pasos transforma a un testigo casual en un primer interviniente eficaz, capaz de gestionar los momentos iniciales de un siniestro con una lógica que prioriza la seguridad y la optimización de la ayuda. Es una responsabilidad que todos compartimos, porque la carretera es un espacio común donde la colaboración es esencial. No se trata solo de conocer la teoría, sino de tener la predisposición mental para aplicarla con serenidad en un momento de alta tensión emocional y estrés.
La formación en primeros auxilios y el conocimiento de este protocolo deberían ser parte fundamental de la educación vial, y la DGT realiza campañas periódicas para recordarlo. Actuar correctamente no solo puede salvar vidas, sino que también facilita enormemente la labor posterior de los servicios de emergencia, permitiéndoles centrarse directamente en la atención especializada a las víctimas. Esta conducta cívica, que va desde la autoprotección hasta el socorro básico y consciente, es una muestra de madurez social y un pilar fundamental para reducir la mortalidad y la gravedad de las lesiones en los accidentes de tráfico.