La temporada estival se acerca a pasos agigantados y con ella la preocupación por lucir una figura tonificada en las playas y piscinas. Un programa de gimnasio bien estructurado suele ser la solución más habitual, pero no todos disponen del tiempo necesario para acudir regularmente a estas instalaciones. Sorprendentemente, estudios recientes avalados por prestigiosas universidades europeas confirman que es posible obtener resultados similares con sesiones ultrabreves correctamente diseñadas.
Las rutinas de alta intensidad por intervalos, conocidas como HIIT, están revolucionando el panorama del fitness al demostrar que la eficacia del entrenamiento no depende de su duración sino de su correcta estructuración y ejecución. Los expertos en fisiología deportiva han confirmado que estos protocolos de ejercicio consiguen activar mecanismos metabólicos que continúan quemando calorías hasta 48 horas después de finalizar la sesión, algo que los entrenamientos tradicionales de gimnasio difícilmente logran en tan poco tiempo.
1EL SECRETO DETRÁS DEL HIIT: CIENCIA AVANZADA AL SERVICIO DE TU FIGURA
El entrenamiento interválico de alta intensidad ha dejado de ser una tendencia pasajera para convertirse en una metodología respaldada por numerosas investigaciones científicas. La clave de su efectividad radica en la alternancia estratégica entre períodos de máximo esfuerzo y breves recuperaciones, provocando un efecto de postcombustión que multiplica la quema calórica incluso en reposo. Este fenómeno, conocido técnicamente como EPOC (Excess Post-exercise Oxygen Consumption), supone una ventaja determinante frente a las tradicionales sesiones de gimnasio de larga duración.
Las universidades de Birmingham y Oslo han publicado recientemente estudios comparativos donde voluntarios siguieron protocolos HIIT de apenas 10 minutos frente a otros que realizaron entrenamientos convencionales de 45 minutos en gimnasio. Los resultados fueron concluyentes: ambos grupos experimentaron mejoras similares en composición corporal y capacidad cardiovascular tras ocho semanas de seguimiento. La diferencia más notable fue la adherencia al programa, significativamente superior en el grupo que realizaba sesiones ultrabreves, demostrando que la eficiencia temporal puede ser determinante para mantener la constancia.