El debate sobre qué tipo de agua es más recomendable para el consumo diario genera opiniones enfrentadas entre expertos y consumidores. El agua embotellada se ha convertido en un producto de consumo masivo en España, donde millones de personas la eligen diariamente frente a la opción del grifo, considerándola erróneamente como más saludable o segura. Las cifras son contundentes: cada español consume una media de 140 litros de agua embotellada al año, situando a nuestro país entre los mayores consumidores europeos de este producto.
La industria del agua envasada mueve más de 1.000 millones de euros anuales en nuestro territorio, sustentada en potentes campañas publicitarias que destacan su pureza y propiedades beneficiosas. Sin embargo, lo que muchos consumidores desconocen es que el agua del grifo en España está sometida a controles sanitarios incluso más estrictos y frecuentes que la embotellada, cumpliendo con todos los estándares de seguridad establecidos por la Unión Europea. Esta realidad contradice la percepción generalizada y plantea interrogantes sobre los hábitos de consumo que hemos adoptado casi sin cuestionamiento.
2CONTAMINANTES INVISIBLES: LO QUE NO TE CUENTAN SOBRE EL PLÁSTICO

El problema de los microplásticos ha emergido como una preocupación sanitaria creciente en el ámbito del agua embotellada. Investigaciones publicadas en revistas científicas de prestigio han detectado partículas de microplásticos en más del 90% de las marcas analizadas, procedentes principalmente de la degradación de los propios envases durante el almacenamiento y transporte. Estos diminutos fragmentos plásticos, inferiores a 5 milímetros, pueden contener compuestos potencialmente perjudiciales como bisfenol A o ftalatos.
El agua del grifo no está completamente libre de este problema, pero presenta concentraciones significativamente menores de microplásticos. Las plantas potabilizadoras municipales implementan procesos de filtración avanzados que eliminan gran parte de estos contaminantes, resultando en un agua con menor presencia de estas partículas que muchas opciones embotelladas disponibles en el mercado. Este hecho raramente mencionado constituye un argumento de peso en favor del agua corriente desde una perspectiva de salud pública, especialmente considerando la creciente evidencia sobre los potenciales efectos de los microplásticos en el organismo humano.