Sevilla no deja de sorprender a sus visitantes, y no solo por lo que ocurre dentro de sus murallas sino también por lo que hay a sus alrededores. A menos de una hora de la capital hispalense, se encuentra Osuna, un pueblo que destila arte, historia y una belleza casi mística. Su perfil de casas encaladas y torres doradas se alza en medio del paisaje andaluz como un lugar que ha sabido conservar su esplendor sin dejar de latir con fuerza propia. Es un destino que no necesita exageraciones porque se sostiene con lo auténtico.
En Osuna, el tiempo parece transcurrir a otra velocidad. Su ambiente sereno, el respeto por la tradición y su profunda conexión con el arte lo convierten en un verdadero santuario cultural. Muy cerca de Sevilla pero con personalidad propia, este pueblo ofrece al visitante algo más que un simple paseo turístico, ofrece una experiencia envolvente, donde lo monumental y lo cotidiano conviven en perfecta armonía.
3Disfruta de una exquisita gastronomía con raíces y sabor
La cocina de Osuna es otra razón de peso para escaparse desde Sevilla. Aquí los productos de la tierra se convierten en platos que respetan la tradición sin dejar de innovar. La perdiz en escabeche, el cocido ursaonés o el arroz con conejo son clásicos que no faltan en sus fogones, siempre elaborados con un respeto absoluto por la materia prima. Los dulces conventuales, como las tortas de manteca o los bizcochos marroquíes, completan una experiencia gastronómica redonda.
Disfrutar de una comida en una antigua casona rehabilitada o en una terraza con vistas a la campiña es parte del encanto de Osuna. La cercanía con Sevilla permite ir y volver en el día, pero lo ideal es quedarse al menos una noche para saborear con calma todo lo que este lugar tiene que ofrecer. Osuna no es solo un pueblo bonito, es un lugar que te toca el alma sin hacer ruido, con la elegancia de lo que no necesita alardes.
