sábado, 24 mayo 2025

¿Dónde guardar realmente los huevos? Olvida el cartón y la puerta de la nevera, este es el método que recomienda la ciencia

La eterna duda que asalta a millones de hogares españoles cada vez que llegan de la compra ha encontrado por fin una respuesta científica definitiva. El almacenamiento de los huevos ha sido objeto de debates familiares durante décadas, con posturas enfrentadas entre quienes los dejan en el cartón original, los que optan por la cómoda puerta del frigorífico o aquellos que confían en métodos más tradicionales. Sin embargo, los expertos en seguridad alimentaria han zanjado la cuestión con datos contundentes que revolucionan nuestras costumbres culinarias.

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La ciencia alimentaria moderna ha demostrado que las prácticas habituales de conservación doméstica pueden comprometer tanto la calidad como la seguridad de este alimento básico. Las fluctuaciones de temperatura, la exposición a bacterias y la pérdida de frescura son factores que influyen directamente en la vida útil del producto. Numerosos estudios han confirmado que existe un método óptimo que supera con creces las alternativas tradicionales, garantizando una conservación superior y minimizando los riesgos para la salud.

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EL CARTÓN ORIGINAL: TRADICIÓN QUE LA CIENCIA PONE EN ENTREDICHO

Fuente: Freepik

Mantener los huevos en su envase original de cartón ha sido durante generaciones la práctica más extendida en los hogares españoles, pero los avances en seguridad alimentaria cuestionan esta costumbre. El cartón, aunque biodegradable y aparentemente protector, presenta importantes limitaciones que comprometen la conservación óptima del producto. Su naturaleza porosa permite el intercambio de olores con otros alimentos del frigorífico, alterando sutilmente el sabor y las propiedades organolépticas de los huevos.

La humedad es otro factor determinante que convierte al cartón en un aliado poco fiable para la conservación prolongada. Este material absorbe la humedad del ambiente refrigerado, creando un microambiente húmedo que favorece el crecimiento bacteriano en la superficie de la cáscara. Los estudios microbiológicos han demostrado que el cartón puede convertirse en un reservorio de microorganismos, especialmente cuando se almacena en contacto directo con las superficies del frigorífico.

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