La eterna duda que asalta a millones de hogares españoles cada vez que llegan de la compra ha encontrado por fin una respuesta científica definitiva. El almacenamiento de los huevos ha sido objeto de debates familiares durante décadas, con posturas enfrentadas entre quienes los dejan en el cartón original, los que optan por la cómoda puerta del frigorífico o aquellos que confían en métodos más tradicionales. Sin embargo, los expertos en seguridad alimentaria han zanjado la cuestión con datos contundentes que revolucionan nuestras costumbres culinarias.
La ciencia alimentaria moderna ha demostrado que las prácticas habituales de conservación doméstica pueden comprometer tanto la calidad como la seguridad de este alimento básico. Las fluctuaciones de temperatura, la exposición a bacterias y la pérdida de frescura son factores que influyen directamente en la vida útil del producto. Numerosos estudios han confirmado que existe un método óptimo que supera con creces las alternativas tradicionales, garantizando una conservación superior y minimizando los riesgos para la salud.
4UBICACIÓN ESTRATÉGICA: EL INTERIOR DE LA NEVERA COMO ZONA ÓPTIMA

La elección del lugar específico dentro del frigorífico resulta tan crucial como el tipo de recipiente utilizado para la conservación. Las zonas centrales del compartimento principal mantienen las temperaturas más estables, alejadas de las fluctuaciones que afectan a las áreas próximas a la puerta o a los compartimentos inferiores. La temperatura ideal para los huevos, que oscila entre los dos y los cuatro grados centígrados, se consigue de manera más consistente en estas ubicaciones privilegiadas del electrodoméstico.
Los estantes intermedios ofrecen además la ventaja de evitar el contacto directo con otros alimentos que puedan transmitir olores o microorganismos. Esta separación física, complementada con el uso de la huevera de plástico, crea una barrera doble de protección que maximiza la vida útil del producto. Los expertos recomiendan evitar especialmente la proximidad a carnes crudas, pescados o productos lácteos sin envasar que puedan comprometer la calidad del alimento.