Felipe VI vivió el 22 de mayo de 2004 uno de los días más importantes de su vida: su boda con Letizia Ortiz Rocasolano. La capital se paralizó, las cámaras de RTVE recogieron cada segundo de una ceremonia que pretendía ser solemne y perfecta. Sin embargo, a pesar de la lluvia, del impecable vestido de la novia y del entusiasmo popular, hubo un instante inesperado que se quedó grabado en la memoria colectiva, y fue la travesura de un pequeño paje que rompió el protocolo y desató las sonrisas incluso en plena catedral.
Aquel día, Felipe VI no solo dio un paso fundamental en su vida personal, sino también en la institucional. Pero lo que pocos anticipaban era que, 21 años después, uno de los momentos más recordados del enlace no tendría que ver con la emoción del “sí, quiero” ni con el desfile de invitados ilustres, sino con el gesto impulsivo y espontáneo de su sobrino Froilán, que entonces solo tenía cinco años y ya se veía como un personaje mediático.
1El inesperado protagonista en la boda de Felipe VI y Letizia

Froilán, hijo de la infanta Elena y Jaime de Marichalar, era uno de los siete pajes elegidos para acompañar a la novia hasta el altar. En pleno desarrollo de la ceremonia, y visiblemente inquieto, el pequeño se levantó de su asiento y, sin previo aviso, propinó una patada a otra de las niñas del cortejo. Acto seguido, regresó a su sitio con una sonrisa pícara, consciente de haber desafiado la solemnidad del momento. Esa actitud traviesa, casi inocente, quedó inmortalizada para siempre y ha sido analizada con humor y ternura durante años.
Felipe VI, concentrado entonces en su papel de novio real, probablemente no se percató del incidente en directo. Pero con el tiempo, el episodio ha cobrado un carácter casi mítico. La travesura, lejos de empañar el acto, aportó un matiz humano, un guiño infantil dentro de una ceremonia milimétricamente planificada. La víctima de aquella patada fue Victoria López-Quesada, hija del banquero Pedro López-Quesada y de Cristina de Borbón Dos Sicilias, íntimos del entorno de Felipe VI. Hoy, aquella niña ha crecido y está a punto de casarse, cerrando de alguna manera un círculo vital que empezó aquel día bajo la lluvia de Madrid.