martes, 27 mayo 2025

El truco que usan los nutricionistas para calmar la ansiedad sin picar entre horas

La ansiedad es una compañera habitual en el día a día para muchas personas. Aparece entre reuniones, durante una espera o al final de una jornada agotadora. En esos momentos, el cuerpo no siempre pide comida por hambre real, sino como un intento de aliviar el malestar emocional, y es ahí cuando el picoteo entre horas se convierte en una respuesta automática. Aunque parezca inofensivo, este hábito puede arruinar cualquier intento de mantener una alimentación equilibrada y tiene consecuencias que van más allá del aumento de peso.

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Conscientes de este problema, muchos nutricionistas han comenzado a aplicar estrategias sencillas pero eficaces para romper ese ciclo. Entre todas ellas, hay un truco especialmente eficaz que apenas requiere cinco minutos y no implica alimentos ni suplementos. Este recurso, que cada vez recomiendan más expertos, actúa directamente sobre la ansiedad. Calmar el sistema nervioso de forma natural y recuperar el control sobre el impulso puede marcar una gran diferencia, por ello te enseñamos cómo hacerlo.

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La respiración es el mejor arma contra la ansiedad

Fuente: Pexels

La técnica más utilizada por los nutricionistas no está en una receta ni en una lista de ingredientes. Se trata de la respiración consciente. Puede parecer algo menor, pero tiene un impacto directo en la ansiedad. Cuando una persona respira de forma lenta y profunda durante unos minutos, activa el sistema nervioso parasimpático, que es el encargado de calmar el cuerpo y reducir el estado de alerta. En pocas palabras, ayuda a poner freno a esa necesidad repentina de comer sin motivo real.

Muchos profesionales aconsejan hacerlo justo en el momento en que aparece el impulso de ir a la cocina. Sentarse, cerrar los ojos y dedicar cinco minutos a respirar profundamente puede parecer insignificante, pero tiene un efecto casi inmediato. Lo interesante es que este truco no solo sirve en ese momento puntual, pues con la práctica, la persona empieza a reconocer mejor las señales de su cuerpo y a distinguir entre hambre real y ansiedad emocional.

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