viernes, 13 junio 2025

El gran problemón de España: ¿por qué 1 de cada 3 empresas no encuentra trabajadores cualificados

En el vertiginoso siglo XXI, donde la adaptabilidad y la innovación se erigen como los pilares de cualquier economía próspera, un fantasma recurrente acecha los despachos de nuestras empresas, una sombra que, a pesar del dinamismo y la resiliencia demostrados por nuestro tejido productivo, persiste como un lastre inesperado: la escasez de talento. No hablamos de una leve escasez, sino de un auténtico agujero negro en el que se diluyen las aspiraciones de crecimiento, una paradoja que desafía la lógica en un país con altas tasas de desempleo juvenil y un sistema educativo que, al menos en teoría, forma a miles de profesionales cada año para el mercado de España. Es un dilema que exige no solo nuestra atención, sino una comprensión profunda de sus raíces y un compromiso firme para desmantelarlo pieza a pieza.

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Este desajuste entre lo que el mercado laboral necesita y lo que el sistema educativo ofrece, o incluso lo que la sociedad valora, no es un fenómeno nuevo, pero su agudización en los últimos tiempos ha encendido todas las alarmas, transformándose en el principal quebradero de cabeza para una parte sustancial de nuestras compañías. Lo que a primera vista podría parecer un problema menor, una cuestión de ajuste fino entre la oferta y la demanda de habilidades, se revela como un desafío estructural que afecta directamente la capacidad de nuestras empresas para innovar, expandirse y competir en un escenario globalizado. Comprender la magnitud de esta brecha de cualificación es el primer paso para trazar un camino hacia un futuro más próspero y equitativo, un camino que no podemos permitirnos ignorar por más tiempo si queremos que nuestra economía siga generando valor y oportunidades para todos sus ciudadanos.

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EL RESPLANDOR DE LA ECONOMÍA ESPAÑOLA: EXPORTACIONES Y TRANSPARENCIA FRENTE A LA ADVERSIDAD

Fuente Pexels

A pesar de los desafíos estructurales que lastran el pleno potencial de nuestro tejido empresarial, el informe del Banco Mundial también arroja luz sobre aspectos francamente positivos que demuestran la resiliencia y el notable dinamismo de la economía de España, especialmente en su capacidad para generar actividad y empleo en un entorno global cada vez más competitivo. El crecimiento real anual de las ventas y el aumento sostenido del empleo superan las medias regionales de Europa y Asia Central, lo que subraya la robustez de nuestras empresas y su capacidad para adaptarse y prosperar incluso en condiciones adversas, una señal esperanzadora que debería ser celebrada y potenciada desde todos los estamentos. Esta vitalidad es un testimonio de la fortaleza de nuestra gente y de la capacidad de nuestras compañías para competir a nivel internacional.

Un pilar fundamental de esta resiliencia es el alto nivel de formalidad y la baja incidencia de la corrupción en el ámbito empresarial, con un porcentaje abrumador de empresas legalmente registradas desde su inicio y una ínfima proporción que ha denunciado haber sido objeto de sobornos o coacciones, lo que posiciona a España muy por encima de la media regional en términos de integridad institucional. Esta transparencia, que fomenta un clima de negocios más seguro y predecible, es un activo invaluable que atrae la inversión y facilita las operaciones, distinguiéndonos positivamente en el concierto internacional y sentando las bases para un crecimiento económico más justo y sostenible a largo plazo, lejos de las prácticas que lastran la confianza en otros mercados. Es un punto fuerte que a menudo se subestima, pero que es crucial para la salud de una economía moderna.

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