A nadie le gusta la incertidumbre que se siente cuando la fecha de la ITV se acerca y queda poco margen de maniobra para ajustar cualquier detalle que pueda dar problemas. Lo que muchos conductores no sospechan, incluso después de años al volante, es que algunos fallos considerados menores en la ITV pueden salirles muy caros, tanto en tiempo como en dinero si no se solucionan a tiempo y la DGT decide intervenir antes.
La palabra clave “ITV” sobrevuela estas semanas en muchas conversaciones, sobre todo cuando surge la típica revisión anual o bienal que no deja respiro a despistados ni rezagados. Resulta sorprendente la cantidad de personas que, confiadas y sin darle importancia, llegan a la estación con alguna luz fundida, creyendo que se trata de un detalle menor que no pondrá en jaque la revisión y terminará siendo solo una anécdota sin trascendencia.
1LUZ ROJA: CUANDO UN PEQUEÑO DEFECTO EN LA ITV SE COMPLICA
Las instalaciones de la ITV suelen estar repletas de historias sobre coches que, por una bombilla trasera fundida o una luz de freno que no responde, acaban regresando a casa con la temida pegatina provisional. Algunos conductores entienden tarde que la ITV no es un simple trámite administrativo, sino un control técnico riguroso donde cualquier “fallo tonto”, como un piloto trasero apagado, puede transformarse en la clave para aprobar o no la revisión.
Dejar de reparar una luz de posición, un intermitente que dejó de parpadear correctamente o una luz de freno ausente ya no es un simple detalle, es el motivo por el que tantos vehículos repiten la ITV innecesariamente o inclusive se arriesgan a una multa de la DGT antes de subsanar ese “defecto leve”. La ITV no distingue si el fallo fue por olvido, despiste o un pequeño accidente; lo detecta y lo sanciona, remitiendo al conductor de vuelta a la casilla de salida.
