En un país donde la botella de agua acompaña casi cada momento del día, con agua con gas, desde la comida en casa hasta la terraza veraniega, surge a menudo un debate silencioso, pero persistente sobre cuál es la opción ideal para mantenernos hidratados y, de paso, cuidar nuestra salud. La elección aparentemente simple entre el agua corriente del grifo, el agua embotellada sin más o esa otra variedad que chispea en el paladar, el agua con gas, despierta más preguntas de lo que parece a simple vista, y las respuestas no siempre son tan obvias como podríamos pensar en un primer momento.
Hay quien la considera un capricho, una alternativa a los refrescos azucarados, y hay quien la ve como un elixir digestivo. Las creencias populares y los mitos rodean a esta bebida burbujeante, generando confusión sobre sus verdaderos efectos en el cuerpo humano y si realmente cumple la función básica de hidratar con la misma eficacia que su hermana sin burbujas. Desentrañar esta incógnita, apoyándonos en lo que la ciencia y los expertos en salud tienen que decir, es crucial para tomar decisiones informadas en nuestro día a día y entender qué vaso nos conviene llenar.
1MÁS ALLÁ DE LAS BURBUJAS: ¿QUÉ HAY REALMENTE EN EL AGUA CON GAS?
A simple vista, una botella de agua con gas no parece muy distinta de una de agua sin gas, salvo por esa efervescencia característica que se libera al abrirla. La diferencia fundamental reside, como su nombre indica, en la adición de dióxido de carbono (CO₂) disuelto bajo presión. Este proceso puede ocurrir de forma natural en algunas fuentes subterráneas ricas en minerales y gas, dando lugar a aguas minerales naturales con gas que a menudo tienen composiciones minerales únicas que aportan matices de sabor y propiedades específicas, valoradas desde hace siglos en muchas culturas europeas, incluida la española.
Sin embargo, la mayor parte del agua con gas que encontramos en los supermercados se obtiene mediante carbonatación artificial. Se trata de agua corriente o mineral a la que se le inyecta CO₂ purificado en condiciones controladas, creando esa efervescencia que la hace distintiva. Es importante distinguir entre el agua carbonatada simple y aquellas que además contienen minerales disueltos (aguas minerales con gas) o a las que se les añaden saborizantes, ya que estos últimos alteran significativamente su perfil nutricional y sus efectos potenciales en la salud, distanciándolas de la pureza que asociamos instintivamente a una simple botella de agua con gas.