sábado, 7 junio 2025

Descubre la verdad sobre el agua con gas: un médico revela si hidrata igual que la normal y cuál conviene más para tu salud

En un país donde la botella de agua acompaña casi cada momento del día, con agua con gas, desde la comida en casa hasta la terraza veraniega, surge a menudo un debate silencioso, pero persistente sobre cuál es la opción ideal para mantenernos hidratados y, de paso, cuidar nuestra salud. La elección aparentemente simple entre el agua corriente del grifo, el agua embotellada sin más o esa otra variedad que chispea en el paladar, el agua con gas, despierta más preguntas de lo que parece a simple vista, y las respuestas no siempre son tan obvias como podríamos pensar en un primer momento.

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Hay quien la considera un capricho, una alternativa a los refrescos azucarados, y hay quien la ve como un elixir digestivo. Las creencias populares y los mitos rodean a esta bebida burbujeante, generando confusión sobre sus verdaderos efectos en el cuerpo humano y si realmente cumple la función básica de hidratar con la misma eficacia que su hermana sin burbujas. Desentrañar esta incógnita, apoyándonos en lo que la ciencia y los expertos en salud tienen que decir, es crucial para tomar decisiones informadas en nuestro día a día y entender qué vaso nos conviene llenar.

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OTROS EFECTOS EN LA SALUD: MITOS Y REALIDADES DEL AGUA CON GAS

Fuente: Freepik

Además de la hidratación y la digestión, el agua con gas se ha relacionado con otros posibles efectos sobre la salud, algunos positivos y otros que requieren cautela. Por ejemplo, el contenido mineral de algunas aguas con gas naturales, particularmente aquellas ricas en calcio, puede contribuir de forma marginal a la ingesta diaria de este mineral esencial para la salud ósea, si bien la cantidad varía enormemente entre marcas y tipos de agua, y no debe considerarse una fuente principal de nutrientes, aunque es un aspecto interesante al evaluar el agua con gas.

Por otro lado, la carbonatación produce ácido carbónico, lo que le confiere al agua con gas un pH ligeramente más ácido que el del agua normal. Aunque este nivel de acidez es generalmente bajo, el consumo excesivo y frecuente, especialmente si se retiene en la boca, podría teóricamente erosionar el esmalte dental a largo plazo, aunque el riesgo es significativamente menor que el de las bebidas azucaradas o los zumos cítricos, mucho más ácidos, lo que invita a enjuagarse la boca con agua normal después de beber agua con gas si se tienen preocupaciones sobre la salud bucal y se consume en grandes cantidades.

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