jueves, 5 junio 2025

Descubrí el truco de los restaurantes para que pidas los platos más caros: Te explico cómo no caer en su «ingeniería de menús

La experiencia culinaria en los restaurantes de nuestro país, lejos de ser una simple transacción gastronómica, es en realidad un intrincado ballet donde cada elemento, desde la música ambiental hasta la disposición de los platos en el menú, está cuidadosamente orquestado para influir en nuestras decisiones. Es una coreografía silenciosa, diseñada no solo para satisfacer el paladar, sino también para guiar la cartera del comensal hacia destinos concretos, a menudo, los más rentables para el establecimiento. Pocas veces nos detenemos a pensar que cada carta que llega a nuestras manos no es un mero listado de opciones, sino un mapa detallado trazado por expertos en psicología del consumo y diseño gráfico, cuyo objetivo es maximizar el gasto medio por cliente sin que este apenas se dé cuenta.

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Esta ingeniería invisible de los menús es una práctica extendida, una ciencia sutil que los restaurantes han perfeccionado a lo largo de décadas, convirtiendo la elección de un plato en un ejercicio mucho más complejo de lo que parece. Se emplean tácticas que van desde el uso estratégico de la tipografía hasta la colocación de ciertos precios, pasando por descripciones tan evocadoras que parecen poesía líquida en el paladar, y todo ello con una meta clara: que acabemos pidiendo aquello que nos reportará la mayor satisfacción económica a ellos, no siempre a nosotros. Es hora de desvelar estos trucos, de entender el porqué de cada detalle en esa aparentemente inocente hoja de papel o pantalla digital, y de armarse con el conocimiento necesario para navegar por este laberinto gastronómico con la astucia de un experto comensal, eligiendo siempre lo que de verdad queremos, no lo que nos quieren vender.

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EL ENCANTO DE LAS DESCRIPCIONES GOURMET Y EL SILENCIO DEL SÍMBOLO MONETARIO

Fuente Pexels

Uno de los trucos más efectivos en la ingeniería de menús reside en el poder de las palabras, transformando platos sencillos en auténticas odas culinarias capaces de despertar el apetito más dormido. No es lo mismo leer «filete de ternera» que «Tierno solomillo de Ávila, madurado a la perfección y sellado a la brasa con el aroma sutil de hierbas provenzales», pues esta última descripción no solo informa, sino que seduce y evoca sensaciones, justificando de antemano un precio superior por una experiencia que ya se anticipa como sublime. Estas narrativas gastronómicas están diseñadas para hacer que los platos más rentables parezcan irresistibles, elevando su valor percibido en la mente del comensal.

Otro detalle sutil, pero increíblemente eficaz, es la ausencia del símbolo del euro (€) junto a los precios en la carta, una práctica que los restaurantes han adoptado para desvincular la cifra de la idea de gasto monetario. Al ver solo números, nuestra mente tiende a procesarlos como meros valores, reduciendo la fricción psicológica que genera la idea de desembolsar dinero y animando a gastar más sin una percepción clara del coste. Es una estrategia de anclaje que busca minimizar la sensación de sacrificio económico, convirtiendo la elección de un plato en una experiencia más centrada en el placer que en el coste, un engaño visual que pasa desapercibido para la mayoría de los clientes habituales de los restaurantes.

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