Seguro que te suena esta historia: tu móvil, ese compañero inseparable que hace unos meses volaba, de repente parece arrastrarse como si llevara una pesada mochila a cuestas. Las aplicaciones tardan una eternidad en abrirse, la batería se esfuma sin previo aviso y la paciencia se agota al mismo ritmo. Antes de culpar a la obsolescencia programada o a un misterioso virus, conviene mirar más cerca, concretamente a esas aplicaciones que instalamos con la mejor intención o por pura curiosidad, y que podrían ser las verdaderas responsables del suplicio.
La realidad es que, en muchas ocasiones, somos nosotros mismos quienes, sin saberlo, saboteamos el rendimiento de nuestro dispositivo. La promesa de optimización, ahorro de energía o entretenimiento ilimitado puede esconder un alto precio en forma de recursos consumidos en segundo plano, publicidad invasiva o, simplemente, una funcionalidad redundante que el propio sistema operativo ya gestiona eficientemente. Identificar y eliminar estas aplicaciones vampiro es el primer paso para devolverle a tu móvil la agilidad perdida y, de paso, recuperar tu tranquilidad.
3JUEGOS DEVORADORES: CUANDO LA DIVERSIÓN PESA DEMASIADO EN TU MÓVIL

Nadie niega el placer de una buena partida para desconectar, pero algunos juegos, especialmente aquellos con gráficos muy elaborados o que requieren una conexión constante a internet, pueden convertirse en auténticos devoradores de recursos de tu móvil. No solo consumen una gran cantidad de batería y datos móviles mientras juegas, sino que algunos de ellos siguen funcionando en segundo plano incluso cuando crees haberlos cerrado, enviando notificaciones, descargando actualizaciones o simplemente manteniendo procesos activos que lastran el rendimiento general del sistema operativo. La diversión puede salir cara en términos de agilidad.
El problema se agrava con ciertos títulos que, además de ser exigentes, incorporan mecánicas de monetización agresivas que implican una gran cantidad de publicidad o la necesidad de estar permanentemente conectados para progresar. Estos juegos pueden llegar a saturar la memoria del móvil, calentar el procesador en exceso y hacer que otras aplicaciones funcionen con una lentitud exasperante. Si notas que tu dispositivo se resiente especialmente después de instalar un nuevo juego, o que la batería se agota a una velocidad alarmante, quizás sea el momento de plantearse si esa diversión merece la pena o si existen alternativas menos invasivas.