viernes, 6 junio 2025

Tu peso no baja y siempre tienes frío, podría ser tu tiroides: 3 síntomas clave que no debes ignorar

La tiroides, esa pequeña glándula con forma de mariposa situada en nuestro cuello, juega un papel mucho más crucial en nuestro bienestar diario de lo que la mayoría imagina. Cuando no funciona como un reloj suizo, las consecuencias pueden manifestarse de formas tan sutiles como persistentes, afectando desde nuestro ánimo hasta la báscula. Reconocer esas señales tempranas, esos susurros que nuestro cuerpo nos envía, es el primer paso para entender qué podría estar fallando y buscar una solución antes de que el problema se agrave y condicione por completo nuestra calidad de vida. A menudo, achacamos estos síntomas al estrés o al ritmo de vida, ignorando un posible desajuste hormonal.

Publicidad

Ese cansancio que no se va ni con siete cafés, esa dificultad para perder peso pese a los esfuerzos en la dieta y el gimnasio, o esa sensación de frío constante incluso en ambientes templados, podrían ser algo más que simples molestias pasajeras. Podrían ser la voz de alarma de una tiroides perezosa, una condición conocida como hipotiroidismo que afecta a un porcentaje no desdeñable de la población, especialmente a mujeres. Identificar estos indicios, lejos de ser una sentencia, es una oportunidad para ponerle nombre al malestar y, lo más importante, encontrar el camino para recuperar la vitalidad perdida.

2
¿CANSANCIO CRÓNICO? TU ENERGÍA PODRÍA ESTAR SECUESTRADA POR LA TIROIDES

Fuente Pexels

Sentirse exhausto de vez en cuando es normal en la sociedad actual, pero cuando la fatiga se convierte en una compañera inseparable, limitando nuestras actividades y mermando nuestro ánimo, hay que buscar más allá. El hipotiroidismo es un gran ladrón de energía, provocando un agotamiento profundo y persistente que no mejora significativamente con el descanso nocturno ni con unas vacaciones. Este tipo de cansancio va más allá de la simple somnolencia; es una sensación de pesadez generalizada, como si costara un mundo realizar hasta las tareas más sencillas, afectando la concentración y la productividad.

Este déficit energético se debe a que las hormonas tiroideas son esenciales para que las células de nuestro cuerpo produzcan energía de manera eficiente. Si la producción de estas hormonas disminuye, como ocurre cuando la tiroides no trabaja a pleno rendimiento, el motor del organismo se ralentiza, dejándonos sin combustible para afrontar el día. Es un círculo vicioso, ya que la propia fatiga puede llevar a una menor actividad física y a peores hábitos alimenticios, lo que a su vez puede empeorar otros síntomas asociados al desequilibrio de la tiroides.

Publicidad
Publicidad