Alicante no solo es sinónimo de playas concurridas y turismo de verano, sino que también guarda rincones pocos explorados que enamoran por su belleza tranquila y sus paisajes de postal. Uno de los secretos mejor guardados de esta provincia es su capacidad para ofrecer atardeceres únicos, de esos que tiñen el cielo de tonos naranjas y malvas y que parecen sacados de una pintura. Y lo mejor es que, para disfrutar de esta magia, no hace falta irse lejos. Alicante es ese paraíso natural al alcance de quienes buscan una escapada sin complicaciones.
Entre esos lugares especiales que hacen de Alicante un destino distinto destaca Cullera. Aunque oficialmente pertenece a la provincia de Valencia, su cercanía con Alicante y su conexión directa la convierten en una parada obligada para quienes recorren la Costa Blanca. Cullera es la combinación perfecta de tradición mediterránea, paisajes naturales y una costa que, al caer la tarde, se transforma en escenario de atardeceres inolvidables.
2Los atardeceres de Alicante son un regalo para los sentidos

Alicante no necesita grandes filtros ni efectos especiales, con solo lanzar una mirada hacia el horizonte al final del día basta para quedar enamorado. En lugares como Cullera, los atardeceres no son solo una cuestión de luz, sino también de sonido y aroma. Las olas rompiendo suavemente en la orilla, la brisa marina acariciando la piel y el olor a salitre crean una atmósfera inigualable.
Además, estos atardeceres tienen algo de terapéutico, logrando así, conectarte de nuevo con tu interior. En plena era digital, en la que todo va rápido y las pantallas dominan la atención, detenerse unos minutos a ver el sol esconderse es un acto de rebeldía emocional. Alicante invita a vivir ese momento sin prisa, y Cullera lo hace posible con su encanto discreto y su luz perfecta.