La fatiga se ha convertido en una de las quejas más frecuentes entre adultos jóvenes y personas en edad laboral. Ese cansancio que no desaparece ni con una noche de sueño completa o con un fin de semana de descanso podría tener su origen, no en el estrés o en la falta de ejercicio, como se piensa comúnmente, sino en algo tan cotidiano como la dieta. Aunque solemos prestar atención a las calorías, los azúcares y las grasas, muchas veces dejamos de lado ciertos micronutrientes esenciales que son claves para mantener los niveles de energía estables.
Uno de los grandes olvidados en la conversación sobre la nutrición es el hierro. Y no es casualidad que su deficiencia esté directamente relacionada con la sensación de agotamiento físico y mental. Si te sientes lento, sin fuerzas, como si arrastraras el cuerpo cada día, es muy posible que la fatiga esté tratando de decirte algo que tu menú semanal no está resolviendo.
2¿Cómo saber si la fatiga viene de una falta de hierro?

La fatiga relacionada con una deficiencia de hierro no aparece de golpe, sino que se instala lentamente. Al principio puede confundirse con estrés laboral o falta de descanso. Sin embargo, si va acompañada de síntomas como palidez, mareos, uñas quebradizas o dificultad para concentrarse, conviene hacerse una analítica para comprobar los niveles de hierro y ferritina.
Si se detecta que efectivamente hay una carencia, el tratamiento dependerá de la gravedad. A veces basta con ajustar la alimentación, pero en otros casos es necesario recurrir a suplementos de hierro, siempre bajo supervisión médica. Lo importante es no normalizar la fatiga persistente ni culpar únicamente al ritmo de vida.