El postre de higos y nueces es una de esas joyas escondidas de la gastronomía extremeña que, por suerte, aún se conserva en muchas cocinas rurales. Se trata de una receta sencilla, heredada de generaciones pasadas, donde el sabor lo ponen los productos de la tierra, es decir, los higos secos de la Serena o del Jerte y las nueces recogidas a mano, con ese punto crujiente que contrasta a la perfección con la dulzura del fruto seco. No hay artificios ni grandes secretos, sólo paciencia, buenas manos y respeto por una tradición que sabe a otoño, a sobremesas largas y a cariño de abuela.
Este postre de higos y nueces no necesita refrigeración, ni batidoras eléctricas, ni ingredientes difíciles de encontrar. Es, en esencia, una pasta espesa y aromática que se forma al mezclar ambos ingredientes con un toque de licor, especias y ralladura de cítricos. El resultado es un dulce concentrado, perfecto para servir en pequeñas porciones, acompañado de un café, una copa de aguardiente o simplemente al natural. En los pueblos extremeños, todavía se prepara en fechas señaladas, y es una muestra viva de cómo la cocina puede ser memoria, identidad y sabor al mismo tiempo.
1Ingredientes para un delicioso postre de higos y nueces

Para preparar este tradicional postre de higos y nueces, se necesita muy poco, pero cada ingrediente debe elegirse con mimo. Los higos, por ejemplo, deben ser secos, preferiblemente de variedades locales como el “calabacita” o el “cuello de dama”. Cuanto más naturales, mejor, sin almíbares ni azúcares añadidos. Las nueces, por su parte, deben estar bien peladas y frescas, porque si están rancias pueden arruinar todo el conjunto. Se suma también un chorrito de anís o licor de hierbas, un poco de ralladura de limón o naranja, y, si se desea, una pizca de canela o clavo para dar profundidad al sabor.
Lo hermoso de este postre de higos y nueces es que no requiere cantidades exactas. Es una receta libre, que se adapta a lo que hay en casa. Algunos prefieren que domine el dulzor del higo, mientras que otros dan más protagonismo a la nuez. Incluso se pueden añadir almendras o un poco de pan rallado si se quiere una textura más compacta. Lo importante es mantener ese equilibrio entre lo dulce, lo terroso y lo aromático que define a este dulce tan nuestro.