lunes, 9 junio 2025

Aprende a preparar el tradicional postre de higos y nueces de Extremadura, una receta casera llena de sabor rural

El postre de higos y nueces es una de esas joyas escondidas de la gastronomía extremeña que, por suerte, aún se conserva en muchas cocinas rurales. Se trata de una receta sencilla, heredada de generaciones pasadas, donde el sabor lo ponen los productos de la tierra, es decir, los higos secos de la Serena o del Jerte y las nueces recogidas a mano, con ese punto crujiente que contrasta a la perfección con la dulzura del fruto seco. No hay artificios ni grandes secretos, sólo paciencia, buenas manos y respeto por una tradición que sabe a otoño, a sobremesas largas y a cariño de abuela.

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Este postre de higos y nueces no necesita refrigeración, ni batidoras eléctricas, ni ingredientes difíciles de encontrar. Es, en esencia, una pasta espesa y aromática que se forma al mezclar ambos ingredientes con un toque de licor, especias y ralladura de cítricos. El resultado es un dulce concentrado, perfecto para servir en pequeñas porciones, acompañado de un café, una copa de aguardiente o simplemente al natural. En los pueblos extremeños, todavía se prepara en fechas señaladas, y es una muestra viva de cómo la cocina puede ser memoria, identidad y sabor al mismo tiempo.

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Un dulce que cuenta historias

Fuente: Freepik

El postre de higos y nueces no es solo una receta más, sino una forma de conservar la memoria rural de Extremadura. Cada bocado lleva el aroma de las despensas de adobe, de las tardes de invierno en familia y de esos saberes que se transmiten de generación en generación sin pasar por libros. En muchas casas, aún se guarda la receta escrita a mano en una libreta amarilla, con anotaciones al margen y tachones que muestran su uso constante a lo largo de los años.

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Hoy, redescubrir este postre de higos y nueces es también una manera de reconectar con lo auténtico. Frente a la repostería industrial y los dulces envasados, esta receta ofrece una alternativa casera, sencilla y cargada de sentido. No solo es deliciosa, sino que respeta el entorno, aprovecha los recursos locales y nos recuerda que, a veces, lo mejor no está en la novedad, sino en volver a mirar a lo de siempre con nuevos ojos.

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