Miles de españoles creen que su hogar está protegido hasta que llega el momento de la verdad y descubren que su póliza tiene más agujeros que un colador. El seguro de hogar que contratas pensando que te cubrirá ante cualquier eventualidad puede convertirse en tu peor pesadilla si no prestas atención a esas cláusulas escritas en letra diminuta que nadie lee pero que todos firman.
La realidad es demoledora: las aseguradoras han perfeccionado el arte de incluir condiciones que limitan drásticamente sus obligaciones, dejando a los propietarios en una situación de indefensión absoluta cuando más necesitan protección. Desde sistemas de seguridad obligatorios que deben funcionar las 24 horas hasta límites ridículos para objetos de valor, pasando por responsabilidades sobre el mantenimiento que recaen exclusivamente en el propietario, la letra pequeña se ha convertido en el refugio perfecto para las compañías que buscan reducir sus costes a toda costa.
Las cláusulas relacionadas con el mantenimiento de las instalaciones de fontanería constituyen otro campo minado para los propietarios desprevenidos. La mayoría de pólizas establecen que el seguro de hogar no cubre daños causados por tuberías en mal estado, pero definen «mal estado» de forma tan amplia que prácticamente cualquier problema puede ser achacado a falta de mantenimiento. Las aseguradoras han convertido la edad de las tuberías en un factor determinante, estableciendo que instalaciones de más de cierto número de años requieren revisiones periódicas obligatorias.
La trampa está en que estas revisiones deben ser documentadas y realizadas por profesionales certificados, generando un coste que muchos propietarios no contemplan al contratar su póliza. Además, las compañías suelen exigir que se conserven todos los justificantes de mantenimiento durante años, algo que la mayoría de familias no hace de forma sistemática. Cuando se produce una avería, la carga de la prueba recae sobre el propietario, que debe demostrar que ha cumplido escrupulosamente con todas las obligaciones de mantenimiento.
La situación se vuelve kafkiana cuando las aseguradoras establecen calendarios de mantenimiento que van más allá de las recomendaciones técnicas habituales. Algunas pólizas exigen revisiones anuales de toda la instalación de fontanería, incluyendo elementos ocultos en paredes y techos, algo que implica obras y gastos desproporcionados. Esta estrategia permite a las compañías eludir responsabilidades alegando incumplimiento de las condiciones contractuales, dejando al propietario sin cobertura cuando más la necesita.