Miles de españoles creen que su hogar está protegido hasta que llega el momento de la verdad y descubren que su póliza tiene más agujeros que un colador. El seguro de hogar que contratas pensando que te cubrirá ante cualquier eventualidad puede convertirse en tu peor pesadilla si no prestas atención a esas cláusulas escritas en letra diminuta que nadie lee pero que todos firman.
La realidad es demoledora: las aseguradoras han perfeccionado el arte de incluir condiciones que limitan drásticamente sus obligaciones, dejando a los propietarios en una situación de indefensión absoluta cuando más necesitan protección. Desde sistemas de seguridad obligatorios que deben funcionar las 24 horas hasta límites ridículos para objetos de valor, pasando por responsabilidades sobre el mantenimiento que recaen exclusivamente en el propietario, la letra pequeña se ha convertido en el refugio perfecto para las compañías que buscan reducir sus costes a toda costa.
3LÍMITES IRRISORIOS PARA OBJETOS DE VALOR NO DECLARADOS

Una de las sorpresas más desagradables que pueden llevarse los asegurados es descubrir los límites máximos de cobertura para objetos de valor que no han sido específicamente declarados en la póliza. El seguro de hogar estándar suele establecer topes ridículos para joyas, obras de arte, equipos electrónicos o instrumentos musicales, cantidades que no cubren ni una fracción del valor real de estos bienes. Las aseguradoras aprovechan el desconocimiento del consumidor para ofrecer coberturas aparentemente amplias que en realidad son papel mojado.
El problema se agrava porque las compañías definen «objeto de valor» de forma muy restrictiva, incluyendo en esta categoría elementos que cualquier familia normal posee sin considerarlos especialmente valiosos. Un ordenador portátil, una cámara fotográfica o incluso una bicicleta pueden superar fácilmente los límites establecidos, dejando al propietario con una indemnización insuficiente que no le permite reponer el bien perdido. La letra pequeña establece que cualquier objeto que supere cierto valor debe ser declarado específicamente, algo que implica tasaciones previas y primas adicionales.
La situación se complica cuando las aseguradoras exigen pruebas de valor y antigüedad para todos los objetos reclamados, estableciendo criterios de depreciación que pueden reducir drásticamente las indemnizaciones. Muchas pólizas aplican tablas de amortización que no reflejan el valor real de reposición, especialmente en el caso de objetos con valor sentimental o características especiales. Esta práctica convierte el seguro de hogar en una falsa sensación de seguridad que se desvanece en el momento del siniestro.