Valencia es tierra de arroz, de huertas infinitas y de sabores que se han transmitido de generación en generación. Hablar de la auténtica paella valenciana es hablar de raíces, de fuego lento y de domingos en familia. Pero también es hablar de un lugar muy concreto: El Palmar. Esta pequeña pedanía situada en pleno corazón del Parque Natural de la Albufera es el epicentro donde la receta tradicional cobra vida con todo su esplendor y sin concesiones a la modernidad.
El Palmar no es solo un destino gastronómico, sino un símbolo de identidad. Sus calles tranquilas, rodeadas de acequias y campos de arroz, son el escenario perfecto para entender por qué aquí la paella no es solo un plato, sino una forma de vida. Los palmarencos, orgullosos custodios de esta tradición, se niegan a llamarle “paella” a cualquier arroz que no respete la fórmula ancestral que allí se sigue al pie de la letra.
3Valencia, entre el turismo y la defensa de lo suyo

Valencia ha sabido aprovechar el tirón turístico de su paella, pero sin perder la esencia. Cada año, miles de visitantes llegan atraídos por la fama de su gastronomía, y muchos de ellos descubren en El Palmar que la verdadera paella valenciana no tiene nada que ver con lo que se ofrece en cualquier terraza improvisada. La experiencia es distinta, más íntima, más real.
Los palmarencos, conscientes del valor de su legado, siguen luchando por que Valencia sea reconocida como la cuna indiscutible de la paella. Y lo hacen sin alardes, con la humildad de quien simplemente cocina como lo hicieron sus abuelos. Visitar El Palmar es, en definitiva, una forma de viajar al origen, al lugar donde la paella dejó de ser una receta y se convirtió en símbolo.