miércoles, 11 junio 2025

La ansiedad no siempre grita, a veces susurra: 5 síntomas silenciosos que podrías estar pasando por alto

La ansiedad no siempre se presenta con ataques de pánico evidentes o un nerviosismo que paraliza, a veces se manifiesta de formas mucho más sutiles, casi imperceptibles, susurrando en lugar de gritar. Estos síntomas silenciosos, a menudo disfrazados de dolencias comunes o rasgos de personalidad, pueden pasar desapercibidos durante mucho tiempo, minando nuestra calidad de vida sin que sepamos identificar claramente al culpable. Reconocer estas señales es el primer paso para entender qué nos ocurre y buscar las herramientas adecuadas para gestionar este malestar tan común en nuestros días.

Publicidad

Comprender que la ansiedad puede estar detrás de ciertos comportamientos o sensaciones físicas que achacamos al estrés cotidiano o al cansancio es fundamental. A menudo, normalizamos un estado de alerta constante o una fatiga crónica sin plantearnos que podría haber una raíz más profunda. Desvelar estos síntomas menos evidentes nos permite tomar conciencia y, lo más importante, actuar antes de que ese susurro se convierta en un clamor que afecte seriamente nuestro bienestar físico y mental, ya que ignorar las primeras señales de la ansiedad puede complicar su manejo a largo plazo.

1
CUANDO EL CANSANCIO ES MÁS QUE SUEÑO: LA FATIGA COMO MENSAJERA

Fuente Pexels

Esa sensación de agotamiento que no remite ni después de una noche de descanso prolongado puede ser una de las caras ocultas de la ansiedad. No se trata de la somnolencia habitual tras un día ajetreado, sino de una fatiga persistente, casi plomiza, que dificulta afrontar las tareas diarias con la energía habitual. El cuerpo y la mente, sometidos a una tensión constante e interna, consumen recursos a un ritmo acelerado, lo que lleva a un estado de extenuación que a menudo se confunde con pereza o simple falta de vitaminas, cuando en realidad es el peaje físico de una preocupación continua.

Este tipo de cansancio va más allá de lo físico; es también un agotamiento mental que dificulta la concentración y merma la motivación. Las preocupaciones recurrentes, características de la ansiedad, actúan como un motor siempre encendido que, aunque no esté a pleno rendimiento visible, va gastando combustible de forma paulatina pero incesante. Así, este desgaste energético sostenido se traduce en una incapacidad para recargar las pilas completamente, por mucho que se intente descansar, dejando una sensación de estar siempre a medio gas.

Atrás
Publicidad
Publicidad