viernes, 4 julio 2025

Alerta de una farmacéutica sobre las cremas solares de supermercado: Jamás compréis una que ponga esto en la etiqueta

Las cremas solares son un elemento indispensable en nuestro neceser en cuanto asoman los primeros rayos de sol con cierta intensidad, convirtiéndose en el producto estrella del verano y en un compañero fiel durante todo el año para los más precavidos. Los lineales de supermercados y farmacias se llenan de botes con promesas de protección infalible, factores de protección cada vez más altos y texturas para todos los gustos. Sin embargo, en esta marabunta de opciones, la elección parece infinita, pero una reciente advertencia de una experta farmacéutica ha puesto el foco en un detalle crucial que muchos pasamos por alto, un detalle que podría marcar la diferencia entre una piel protegida y una expuesta a un riesgo innecesario. Una alerta que no distingue entre marcas de lujo o de distribuidor y que se esconde a simple vista en la etiqueta.

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La clave no reside en el precio ni en el prestigio de la marca, sino en el lenguaje que utilizan para vendernos sus beneficios. Estamos tan acostumbrados a fijarnos únicamente en el número del SPF que ignoramos el resto de la información, asumiendo que un número alto es sinónimo de protección total. Este consejo no busca generar alarmismo sin fundamento, sino empoderar al consumidor con conocimiento, permitiéndole tomar decisiones informadas lejos de reclamos publicitarios engañosos. Entender qué debemos buscar y, sobre todo, de qué debemos huir, es la verdadera barrera protectora contra el daño solar, un conocimiento que transforma nuestra compra de cremas solares en un acto de salud consciente y no en una lotería cosmética.

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MÁS ALLÁ DE LA ETIQUETA: LOS ERRORES COMUNES QUE ANULAN LA MEJOR PROTECCIÓN

Fuente: Freepik

Comprar las mejores cremas solares del mercado no sirve de nada si después cometemos errores básicos en su aplicación. Uno de los fallos más extendidos es no aplicar la cantidad suficiente de producto. Los estudios para determinar el SPF se realizan con una capa generosa de crema, concretamente 2 miligramos por centímetro cuadrado de piel, lo que equivale a unas seis cucharillas de café para todo el cuerpo de un adulto medio. La mayoría de la gente aplica menos de la mitad, lo que reduce drásticamente el nivel de protección real que estamos obteniendo.

Otro error fatal es olvidar la reaplicación. La norma de oro es volver a aplicar el protector cada dos horas, e incluso con más frecuencia si nos hemos bañado, hemos sudado abundantemente o nos hemos secado con la toalla. Además, es crucial aplicar la crema unos 20 o 30 minutos antes de la exposición solar para que los filtros químicos tengan tiempo de actuar correctamente sobre la piel. Ignorar estas pautas básicas, incluso con un producto de alta gama, es como comprar el mejor sistema de seguridad para casa, pero dejar la puerta principal abierta de par en par. La protección solar es un ritual completo donde la elección del producto es solo el primer paso.

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