La provincia de Girona esconde joyas que escapan a los circuitos habituales, lugares donde la naturaleza y la mano del hombre han creado espectáculos de una belleza sobrecogedora. En un mundo donde los destinos turísticos parecen clonarse unos a otros, encontrar un enclave que desafíe la lógica y la imaginación se convierte en una auténtica proeza. Muchos viajeros buscan esa chispa de asombro, esa sensación de estar ante algo verdaderamente único que se graba a fuego en la memoria. Anhelan paisajes que no necesiten filtros, experiencias que conecten con la historia y la tierra de una forma visceral. Ese lugar, capaz de silenciar al más hablador, existe y está más cerca de lo que uno podría pensar.
Ese rincón tiene nombre y apellidos: Castellfollit de la Roca. Este pequeño municipio ofrece una de las postales más impactantes de Cataluña, una inverosímil hilera de casas que parecen susurrantes secretos al borde de un precipicio basáltico de más de cincuenta metros de altura. La primera visión del pueblo, encaramado sobre una estrecha lengua de roca, provoca una mezcla de incredulidad y admiración. Es un desafío a la gravedad, un monumento a la tenacidad humana que ha sabido adaptarse a un entorno tan dramático como espectacular, demostrando que la belleza a veces reside en el vértigo y en lo imposible hecho realidad. Una visita aquí es una promesa de emociones fuertes.
3LA GARROTXA: EL CORAZÓN VERDE Y FURIOSO DE GIRONA

Castellfollit de la Roca no es una maravilla aislada, sino la puerta de entrada a una de las comarcas más fascinantes de toda España: la Garrotxa. El pueblo se encuentra en el corazón del Parque Natural de la Zona Volcánica de la Garrotxa, un paisaje de una belleza excepcional salpicado por más de cuarenta conos volcánicos cubiertos de vegetación y bosques frondosos. A pocos kilómetros se encuentra la Fageda d’en Jordà, un hayedo mágico que crece sobre la colada de lava del volcán Croscat, un lugar que parece sacado de un cuento de hadas y que cambia de color con cada estación del año. Explorar la Garrotxa es comprender que la tierra que pisa Girona está viva, llena de una energía ancestral y poderosa.
La región ofrece una red de senderos perfectamente señalizados que invitan a descubrir sus tesoros naturales a pie o en bicicleta. Las Vías Verdes, antiguos trazados de ferrocarril reconvertidos, permiten recorrer el paisaje de forma cómoda y accesible para toda la familia. Además de su riqueza natural, la comarca está llena de pueblos medievales con un encanto extraordinario, como Besalú, con su imponente puente románico, u Olot, la capital comarcal, que bulle de actividad cultural y artística. Utilizar Castellfollit como base para explorar esta zona de Girona es una decisión inteligente, ya que permite combinar la emoción del precipicio con la serenidad de sus valles y bosques.