jueves, 12 junio 2025

Si tienes ese ‘clic’ que te suena en la mandíbula no es ninguna tontería y así tienes que solucionarlo antes de que vaya a más.

Ese molesto ‘clic’ en la mandíbula que a veces nos sorprende es mucho más que un simple ruido corporal sin importancia. Es un sonido que muchos hemos experimentado al bostezar o masticar, una pequeña señal de alarma que nuestro cuerpo nos envía, y que solemos despachar con un gesto de indiferencia, atribuyéndolo al cansancio o a un mal gesto. Sin embargo, este chasquido puede ser el primer aviso de un problema subyacente que, si no se atiende, puede derivar en dolores crónicos y complicaciones serias que afecten a nuestra calidad de vida de una forma que ni imaginamos.

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Este chasquido, lejos de ser una anécdota sin importancia, puede ser la punta del iceberg de un problema más profundo, directamente relacionado con el ritmo de vida actual. El estrés, la ansiedad y las malas posturas mantenidas durante horas frente a una pantalla se somatizan de formas muy diversas, y a menudo ignoramos que la tensión acumulada durante el día busca una vía de escape, convirtiendo nuestra articulación temporomandibular en el epicentro de un seísmo silencioso, cuyas réplicas pueden afectar a nuestra calidad de vida. Entender qué nos dice ese ‘clic’ es el primer paso para ponerle remedio.

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EL ESTRÉS Y LA POSTURA, CÓMPLICES DEL DOLOR EN TU MANDÍBULA

La conexión entre el estado de ánimo y la salud de nuestra mandíbula es mucho más directa de lo que se suele pensar. El estrés y la ansiedad son los grandes catalizadores del bruxismo y la tensión muscular. En situaciones de nerviosismo, el cuerpo reacciona de forma primitiva, tensando grupos musculares como una forma de preparación para la ‘lucha o huida’, y la musculatura masticatoria es una de las primeras en activarse. De forma inconsciente, apretamos los dientes como respuesta a la presión laboral, a las preocupaciones personales o a la simple incertidumbre, trasladando toda esa carga emocional a una de las articulaciones más delicadas del organismo.

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A esta tensión emocional hay que sumarle un factor puramente físico y cada vez más extendido: la mala postura. Las horas que pasamos con la cabeza inclinada hacia adelante para mirar el móvil o el ordenador, lo que se conoce popularmente como ‘cuello tecnológico’ o ‘tech neck’, provocan un desequilibrio en toda la cadena muscular cervical. Esta postura antinatural obliga a los músculos del cuello a trabajar en exceso, generando una tensión que se irradia directamente hacia la articulación de la mandíbula, alterando su posición y su funcionamiento normal. La suma de estrés y mala postura crea la tormenta perfecta para que surjan y se perpetúen los problemas mandibulares.

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