Ese molesto ‘clic’ en la mandíbula que a veces nos sorprende es mucho más que un simple ruido corporal sin importancia. Es un sonido que muchos hemos experimentado al bostezar o masticar, una pequeña señal de alarma que nuestro cuerpo nos envía, y que solemos despachar con un gesto de indiferencia, atribuyéndolo al cansancio o a un mal gesto. Sin embargo, este chasquido puede ser el primer aviso de un problema subyacente que, si no se atiende, puede derivar en dolores crónicos y complicaciones serias que afecten a nuestra calidad de vida de una forma que ni imaginamos.
Este chasquido, lejos de ser una anécdota sin importancia, puede ser la punta del iceberg de un problema más profundo, directamente relacionado con el ritmo de vida actual. El estrés, la ansiedad y las malas posturas mantenidas durante horas frente a una pantalla se somatizan de formas muy diversas, y a menudo ignoramos que la tensión acumulada durante el día busca una vía de escape, convirtiendo nuestra articulación temporomandibular en el epicentro de un seísmo silencioso, cuyas réplicas pueden afectar a nuestra calidad de vida. Entender qué nos dice ese ‘clic’ es el primer paso para ponerle remedio.
4PRIMEROS AUXILIOS PARA TU MANDÍBULA: EJERCICIOS QUE PUEDES HACER HOY MISMO

Afortunadamente, existen ejercicios sencillos que pueden proporcionar un alivio inmediato y ayudar a reeducar la musculatura de la mandíbula. Un primer paso es tomar conciencia de la posición. Siéntate con la espalda recta y los hombros relajados, coloca la punta de la lengua en el paladar, justo detrás de los dientes frontales superiores, sin hacer presión, y deja que tus dientes se separen ligeramente mientras relajas los labios. Mantener esta posición de reposo mandibular durante varios momentos al día ayuda a romper el hábito de apretar los dientes y a relajar la musculatura de forma pasiva, reduciendo la carga sobre la articulación.
Otro ejercicio muy eficaz es el automasaje de los músculos maseteros, que son los principales responsables de cerrar la mandíbula. Con los dedos índice y corazón, localiza el músculo en la parte posterior de la mejilla, justo debajo del pómulo, aplica una presión suave, pero firme, y realiza pequeños círculos durante unos treinta segundos en cada lado, notando cómo la tensión se va liberando poco a poco. Puedes hacerlo varias veces al día, especialmente en momentos de estrés o antes de dormir. Este simple gesto puede marcar una gran diferencia en la sensación de rigidez y dolor, ofreciendo un alivio casi instantáneo y mejorando la movilidad articular.