En Asturias, esa tierra de paisajes imponentes y sabores contundentes, la búsqueda del bocado perfecto puede llevar por caminos inesperados, lejos del bullicio de sus urbes más conocidas. Aunque Oviedo y Gijón ostentan una merecida fama por su oferta culinaria, existe un murmullo creciente, una confidencia compartida entre locales y viajeros avezados, que apunta hacia enclaves más recogidos donde la gastronomía alcanza cotas de excelencia difíciles de igualar. Este paraíso gastronómico, resguardado entre montañas o asomado a la bravura del Cantábrico, espera ser descubierto por aquellos que buscan autenticidad y sabor con mayúsculas.
La verdadera esencia de la cocina asturiana, esa que se nutre de la tradición y del producto de cercanía, florece con especial vigor en ciertos rincones que han sabido preservar el legado de generaciones. No se trata de competir con las grandes capitales, sino de ofrecer una experiencia diferente, donde cada plato cuenta una historia y cada establecimiento es un templo del buen comer, custodiado por gentes que entienden la cocina como un acto de amor y generosidad. Adentrarse en estos pueblos es iniciar un viaje sensorial que promete recompensas inolvidables para el paladar más exigente.
CANGAS DE ONÍS: DONDE LA HISTORIA Y EL ESTÓMAGO SE DAN LA MANO
Cangas de Onís, la primera capital del Reino de Asturias, no solo atesora un legado histórico crucial para entender la identidad de esta región, sino que también se ha labrado una reputación formidable como uno de los epicentros gastronómicos del Principado. Lejos de vivir únicamente de su pasado glorioso, este concejo, puerta de entrada a los Picos de Europa, ha sabido conjugar su herencia cultural con una oferta culinaria que atrae a multitudes, convirtiéndose en un referente para quienes buscan la autenticidad de los sabores asturianos sin los filtros de las grandes ciudades. Su fama no es casual, sino fruto del trabajo constante de sus hosteleros.
La vitalidad de sus calles, especialmente durante los fines de semana y la temporada alta, es un claro indicativo de su atractivo, y gran parte de ese magnetismo reside en sus fogones. Aquí, la tradición culinaria se respira en cada esquina, desde las sidrerías más bulliciosas hasta los restaurantes que ofrecen propuestas más elaboradas, pero siempre con un profundo respeto por el producto local y las recetas que han pasado de padres a hijos, manteniendo viva la llama de la cocina tradicional de Asturias. Este compromiso con la calidad y la autenticidad es lo que realmente distingue a Cangas de Onís.
EL FESTÍN CANGUÉS: DE LA FABADA LEGENDARIA A LOS QUESOS DE MONTAÑA
Hablar de la gastronomía de Cangas de Onís es, inevitablemente, rendir homenaje a su fabada, considerada por muchos una de las mejores de toda Asturias. En este rincón privilegiado, el compango –chorizo, morcilla, tocino– adquiere una dimensión especial, y la faba, mantecosa y tierna, se cuece con la sabiduría de quienes conocen todos sus secretos, dando como resultado un plato que reconforta el alma y satisface los apetitos más voraces, un auténtico emblema de la cocina local. No es solo un plato, es una experiencia que conecta directamente con la esencia de la tierra.
Pero la riqueza culinaria canguesa va mucho más allá de su plato estrella. Su proximidad a los Picos de Europa le otorga un acceso privilegiado a quesos de renombre mundial, como el Cabrales o el Gamonéu, que se pueden degustar en su punto óptimo de maduración. Además, la carne de ternera asturiana, los pescados frescos del Cantábrico que llegan a sus mercados, y la sidra escanciada con maestría, completan un panorama gastronómico diverso y de altísima calidad, capaz de satisfacer a cualquier gourmet que se precie de serlo. La variedad y excelencia de sus productos son un verdadero tesoro.
AMBIENTE Y TRADICIÓN: LA EXPERIENCIA DE COMER EN EL CORAZÓN DE ASTURIAS
La experiencia de comer en Cangas de Onís trasciende la mera degustación de alimentos; es una inmersión en la cultura y el modo de vida de Asturias. Los establecimientos, muchos de ellos con décadas de historia, conservan un encanto rústico y acogedor, donde el trato cercano y familiar forma parte indivisible del servicio, haciendo que el comensal se sienta como en casa desde el primer momento. Ya sea en un chigre tradicional, compartiendo raciones y culines de sidra, o en un restaurante con vistas al Sella, el ambiente siempre invita a la charla y al disfrute.
La tradición no solo se refleja en las recetas, sino también en la forma de entender la hostelería. Muchos negocios son regentados por las mismas familias desde hace generaciones, lo que garantiza una continuidad en la calidad y un conocimiento profundo del oficio, transmitiendo esa pasión por la buena mesa que es tan característica del pueblo asturiano y de esta zona en particular. Este arraigo a las costumbres, lejos de ser un lastre, se convierte en un sello de identidad y en una garantía de autenticidad que los visitantes saben apreciar y valorar enormemente.
EL CACHOPO MONUMENTAL Y OTRAS DELICIAS QUE JUSTIFICAN EL VIAJE
Si bien la fabada y los quesos son imprescindibles, hay otra estrella que brilla con luz propia en el firmamento gastronómico cangués: el cachopo. Este plato, consistente en dos grandes filetes de ternera empanados rellenos de jamón y queso, alcanza en Cangas de Onís dimensiones y sabores que rozan lo legendario, convirtiéndose en un auténtico desafío para los más comilones y en una delicia para quienes buscan contundencia y sabor a partes iguales. No es raro encontrar versiones innovadoras con cecina, setas o incluso quesos locales como el Cabrales, ofreciendo una variedad sorprendente.
Pero la oferta no se detiene ahí. Los pescados de río, como la trucha o el salmón del Sella cuando la temporada lo permite, se preparan con sencillez para realzar su frescura. Las carnes rojas a la parrilla, provenientes de ganaderías locales, son otro de los puntos fuertes, así como los postres caseros, donde el arroz con leche o las tartas de queso de Asturias ponen el broche de oro a una comida memorable. Cada bocado en Cangas de Onís es un homenaje al producto y a la tradición culinaria de esta parte de Asturias.
UN SECRETO A VOCES: CANGAS DE ONÍS TE ESPERA CON LA MESA PUESTA
Visitar Cangas de Onís es mucho más que hacer turismo; es embarcarse en un viaje culinario que revela la verdadera alma de la cocina de Asturias. No se trata de competir con Oviedo o Gijón, sino de ofrecer una alternativa auténtica y profundamente arraigada en el territorio, donde la calidad del producto y el saber hacer ancestral se combinan para crear experiencias gastronómicas únicas e irrepetibles. Es un destino que conquista por el estómago, pero también por la calidez de su gente y la belleza de su entorno natural incomparable.
Así que, la próxima vez que el hambre apriete y el deseo de saborear la auténtica Asturias llame a la puerta, conviene recordar que más allá de las rutas habituales existen tesoros escondidos como Cangas de Onís. Un lugar donde cada plato es una celebración, cada sidrería un punto de encuentro y cada comida una oportunidad para descubrir por qué, para muchos entendidos, es aquí donde se custodia uno de los secretos mejor guardados de la gastronomía del norte de España. La invitación está hecha, solo falta sentarse a la mesa y disfrutar de la hospitalidad y los manjares de esta joya de Asturias.