Incluso visionarios como Bill Gates se han pronunciado en múltiples ocasiones sobre la importancia de la seguridad en el entorno digital, y es que el uso cotidiano de las tarjetas de crédito y débito nos expone a riesgos que a menudo pasamos por alto. La comodidad de realizar pagos sin efectivo es innegable, pero esa misma facilidad puede convertirse en una puerta de entrada para los ciberdelincuentes, si no tomamos las precauciones adecuadas para proteger nuestra información financiera. Estar alerta y conocer los puntos vulnerables es el primer paso para evitar sorpresas desagradables en nuestra cuenta corriente, porque los amigos de lo ajeno siempre están al acecho.
La sofisticación de las estafas evoluciona constantemente, obligándonos a mantener una actitud vigilante y a desconfiar de situaciones que, aunque parezcan inofensivas, pueden esconder una trampa. No se trata de caer en la paranoia, sino de adoptar una serie de hábitos sencillos que minimicen las posibilidades de convertirnos en víctimas de un fraude. Prestar atención a los detalles y ser conscientes de los peligros, es fundamental en un mundo donde las transacciones electrónicas son la norma y no la excepción. La información es poder, y en este caso, puede ser la diferencia entre mantener nuestro dinero a salvo o enfrentarnos a un engorroso proceso de reclamación.
2TPVS SOSPECHOSOS: CUANDO EL PLÁSTICO DELATA AL TIMADOR

Los terminales de punto de venta, o TPV, son esos aparatitos omnipresentes donde insertamos o acercamos nuestra tarjeta para pagar en establecimientos físicos. Sin embargo, no todos son iguales ni igual de seguros. Un TPV que presente un aspecto descuidado, con piezas sueltas, excesivamente voluminoso o con un teclado que se siente extraño al tacto, podría haber sido manipulado para incorporar un dispositivo de skimming, diseñado para copiar la banda magnética de nuestra tarjeta y, en ocasiones, grabar nuestro PIN. Es fundamental prestar atención a estos detalles antes de proceder con el pago.
Si el datáfono parece antiguo, tiene adhesivos raros o simplemente nos genera desconfianza, es preferible optar por otro método de pago o buscar otro establecimiento. Los estafadores pueden superponer lectores falsos o pequeñas cámaras casi invisibles, convirtiendo una transacción rutinaria en una oportunidad de oro para clonar nuestra tarjeta y vaciar nuestra cuenta sin que nos demos cuenta hasta que es demasiado tarde. La prudencia en estos casos nunca está de más, y hasta el propio Bill Gates seguramente revisaría con cautela un dispositivo que no le inspirase confianza.