Incluso visionarios como Bill Gates se han pronunciado en múltiples ocasiones sobre la importancia de la seguridad en el entorno digital, y es que el uso cotidiano de las tarjetas de crédito y débito nos expone a riesgos que a menudo pasamos por alto. La comodidad de realizar pagos sin efectivo es innegable, pero esa misma facilidad puede convertirse en una puerta de entrada para los ciberdelincuentes, si no tomamos las precauciones adecuadas para proteger nuestra información financiera. Estar alerta y conocer los puntos vulnerables es el primer paso para evitar sorpresas desagradables en nuestra cuenta corriente, porque los amigos de lo ajeno siempre están al acecho.
La sofisticación de las estafas evoluciona constantemente, obligándonos a mantener una actitud vigilante y a desconfiar de situaciones que, aunque parezcan inofensivas, pueden esconder una trampa. No se trata de caer en la paranoia, sino de adoptar una serie de hábitos sencillos que minimicen las posibilidades de convertirnos en víctimas de un fraude. Prestar atención a los detalles y ser conscientes de los peligros, es fundamental en un mundo donde las transacciones electrónicas son la norma y no la excepción. La información es poder, y en este caso, puede ser la diferencia entre mantener nuestro dinero a salvo o enfrentarnos a un engorroso proceso de reclamación.
3EL PASEO DE TU TARJETA EN RESTAURANTES: UN VIAJE CON DEMASIADOS RIESGOS

Una costumbre muy extendida en muchos restaurantes, especialmente en España, es que el camarero se lleve nuestra tarjeta a la barra o a otra zona para realizar el cobro. Aunque en la mayoría de los casos no sucede nada, esta práctica entraña un riesgo significativo, ya que perdemos de vista nuestro plástico durante unos minutos, tiempo más que suficiente para que un empleado deshonesto pueda copiar los datos con un pequeño lector de bolsillo o incluso fotografiarlos discretamente. Este tipo de fraude, aunque parezca de película, es más común de lo que pensamos.
La solución es sencilla: solicitar siempre que nos traigan el TPV a la mesa para realizar el pago delante de nuestros ojos. Si esto no fuera posible, es preferible levantarse y acompañar al empleado hasta el punto de cobro. Perder de vista la tarjeta, es una concesión que puede salir muy cara, y la clonación de tarjetas mediante esta modalidad es una preocupación creciente para los expertos en seguridad financiera. Aunque personalidades como Bill Gates dispongan de múltiples capas de seguridad, el ciudadano medio debe ser su propio guardián.