El tacto de una toalla suave y mullida puede convertir una ducha rutinaria en una pequeña experiencia de lujo, y los hoteles de alta gama lo saben bien, cuidando cada detalle para que la estancia sea impecable. Esa sensación envolvente al salir del baño, con una toalla que parece nueva cada vez que la usas, es uno de esos pequeños placeres que a menudo asociamos únicamente con las vacaciones o las escapadas. Sin embargo, ese nivel de confort en el textil no es magia, sino el resultado de procesos y cuidados específicos que, aunque parezca mentira, están al alcance de cualquiera en su propia casa.
La frustración llega cuando nuestras toallas de casa, por mucho que las lavemos, pierden esa suavidad inicial y acaban ásperas, casi rascando la piel. Parece un destino inevitable para el textil de baño doméstico, condenado a volverse rígido con los lavados, pero existe un método sorprendentemente sencillo y económico que los grandes establecimientos hoteleros dominan. La buena noticia es que ese secreto profesional no requiere productos caros ni maquinaria industrial, sino un básico que probablemente ya tengas en tu despensa y que cuesta apenas un euro en cualquier supermercado, capaz de devolver a tus toallas esa caricia perdida.
5SECADO PARA LA PERFECCIÓN Y SUAVIDAD DURADERA

El proceso de secado es tan importante como el lavado para conseguir esa textura de toalla de hotel. Si usas secadora, no la sobrecargues; las toallas necesitan espacio para moverse libremente y que el aire circule entre las fibras. Selecciona una temperatura media y retira las toallas tan pronto como estén secas para evitar que el calor excesivo las reseque y endurezca.
Si prefieres secar al aire libre, algo muy español y que los hoteles rara vez pueden permitirse por volumen, sacude bien las toallas antes de colgarlas para abrir las fibras y cuélgalas de forma que el aire circule por ambos lados. Aunque el secado al aire puede no dejar las toallas tan mullidas como la secadora, el tratamiento previo con vinagre habrá eliminado los depósitos que causan la rigidez. Repitiendo este sencillo método con vinagre de forma regular, tus toallas conservarán la suavidad y la capacidad de absorción como si salieran de una lavandería de hoteles de lujo, prolongando su vida útil y ofreciendo esa pequeña dosis de placer diario por mucho menos de un euro.