La batería de tu móvil durando apenas unas horas es unó de esos quebraderos de cabeza modernos que nos sacan de quicio. Sales con el cien por cien y antes de que te des cuenta, el porcentaje se desploma a una velocidad de vértigo, dejándote colgado justo cuando más lo necesitas. Esa frustración, esa búsqueda desesperada de un enchufe, nos resulta ya demasiado familiar en nuestro día a día conectado.
Parece una maldición digital, un fallo inherente del dispositivo que se deteriora inexorablemente con el paso del tiempo y el uso continuado, llevándonos a pensar que la única solución viable es cambiar de terminal o resignarnos a vivir atados a un cable. Sin embargo, no siempre es culpa del hardware envejecido, o del simple paso del tiempo en sí mismo, que evidentemente tiene su efecto. El verdadero villano a menudo se esconde a plena vista en la pantalla de inicio, instalado en tu propio dispositivo, trabajando en la sombra sin descanso para agotar cada gota de energía disponible de forma silenciosa e insidiosa, dejando la batería de tu móvil exhausta sin que hagas un uso particularmente intensivo en ese instante preciso que te está fallando.
Esa sensación de pánico al ver el indicador en rojo, o la frustración de tener que cargar el teléfono varias veces al día, es algo que muchos vivimos a diario, aceptándolo como una realidad ineludible de la tecnología actual. Podríamos pensar que es la obsolescencia programada, que nuestro teléfono se ha quedado viejo o que simplemente los fabricantes no saben hacer baterías duraderas, pero la realidad suele ser bastante más simple y, a la vez, más insidiosa de lo que imaginamos en un primer momento. Hay aplicaciones, de esas que usas sin pensarlo porque son parte de tu rutina, o que simplemente tienes instaladas en tu dispositivo porque vinieron preconfiguradas o las descargaste hace tiempo y se quedaron ahí, consumiendo energía sin piedad en un segundo plano discreto pero constante. Y lo peor es que, probablemente, una de las culpables principales, responsable directa de que la batería de tu móvil no llegue ni a la hora de comer, está ahora mismo en tu pantalla principal, esperando a ser usada o, peor aún, trabajando en silencio sin que te des cuenta de su actividad frenética. El saber identificar estas apps es el primer paso para recuperar algo de autonomía.
1EL GRAN LADRÓN DE BATERÍA: LAS REDES SOCIALES SIEMPRE ACTIVAS
Las aplicaciones de redes sociales son, sin lugar a dudas, las reinas indiscutibles del consumo de energía en la mayoría de los smartphones hoy en día. Están diseñadas con algoritmos muy sofisticados para mantenerte enganchado el mayor tiempo posible, refrescando contenido constantemente para mostrarte las últimas publicaciones, enviando notificaciones a cada instante sobre cualquier interacción por mínima que sea y precargando vídeos e imágenes para que la experiencia sea instantánea y fluida. Todo ese trasiego de datos invisible, esa actividad en segundo plano que pocas veces percibimos de forma consciente mientras miramos la pantalla, aunque no estés deslizando activamente el dedo por el ‘feed’ o publicando contenido nuevo, devora la batería de tu móvil a un ritmo sencillamente frenético, convirtiéndose en un pozo sin fondo para la energía si no les pones un freno y gestionas sus permisos y uso en el día a día, o si las tienes mal configuradas para que se actualicen a cada minuto.
Además de la actualización continua de contenido y la gestión de notificaciones en tiempo real, muchas de estas apps utilizan servicios de localización en segundo plano, acceden a la cámara o al micrófono de forma recurrente para funciones como las Stories, los directos o simplemente para etiquetar tu ubicación. También gestionan una ingente cantidad de datos, descargando y subiendo información constantemente. Esa actividad multisensorial y multitarea, a menudo funcionando sin que te des cuenta plenamente de su alcance o de la frecuencia con la que se ejecuta, es una carga pesada y constante para la batería de tu móvil, agotándola progresivamente. Parece inocuo ver dos fotos rápidas o responder un comentario, pero detrás de esa acción simple hay un motor que nunca para, que consume recursos y que necesita energía de forma continua para mantener todas sus funcionalidades listas para usarse al instante, impactando directamente en la autonomía del teléfono.