El atractivo del jamón serrano es innegable en España. Su sabor es parte de nuestra cultura, una tradición arraigada que acompaña nuestros momentos cotidianos, pero la idea de consumirlo cada día levanta cejas entre los expertos en nutrición. ¿Qué hay detrás de esa costumbre tan extendida? ¿!– /wp:paragraph –>
La alarma se centra en ciertos componentes que, aunque necesarios para su elaboración tradicional y seguridad, generan debate en la comunidad científica. Los nutricionistas no solo ponen el foco en la grasa o la sal inherentes a este producto, sino también en sustancias como los nitritos y nitratos, empleados para conservarlo y mantener ese apetitoso color rojo que tanto valoramos. Es crucial comprender por qué estos aditivos son relevantes cuando hablamos de un consumo que deja de ser ocasional para convertirse en un hábito.
3LA MEDIDA JUSTA: ¿CUÁNTO JAMÓN SERRANO ES DEMASIADO SEGÚN LOS EXPERTOS?
El consejo de los nutricionistas, y lo que exigen que el público conozca, no suele ser una prohibición total y categórica del consumo de jamón serrano. Lo que exigen es conciencia sobre la cantidad, la frecuencia y el contexto dietético general. No se trata de eliminar este apreciado alimento de la dieta por completo y para siempre, sino de entender que su consumo ocasional, dentro de un patrón alimentario saludable, no presenta los mismos riesgos que su ingesta diaria y cuantiosa. La preocupación surge de la acumulación de la exposición a N-nitrosaminas a lo largo del tiempo debido a un consumo elevado y continuado, no de una única ración esporádica.
Los expertos también hacen hincapié en que el impacto de consumir jamón serrano debe evaluarse dentro del contexto dietético general del individuo. Consumir este producto dentro de una dieta equilibrada y variada, rica en frutas, verduras y alimentos con un alto poder antioxidante, ofrece un panorama de riesgo distinto a hacerlo como parte de una dieta pobre en estos elementos protectores y dominada por otros alimentos procesados. Ciertos compuestos presentes en vegetales, como la vitamina C, pueden ayudar a inhibir la formación de N-nitrosaminas en el estómago, mitigando potencialmente parte del riesgo asociado.
