La práctica de cortar o triturar pastillas es sorprendentemente común en los hogares españoles, un gesto que muchos consideran inofensivo o una simple comodidad para facilitar la ingesta. Sin embargo, lo que la mayoría desconoce son los riesgos ocultos que esta manipulación implica, advertencias que los farmacéuticos llevan tiempo transmitiendo desde sus boticas. Esta costumbre, aparentemente trivial, puede alterar drásticamente la forma en que el medicamento actúa en nuestro cuerpo, poniendo en peligro la eficacia del tratamiento y, lo que es más preocupante, nuestra salud.
Detrás de cada pastilla hay un diseño farmacéutico complejo, pensado para liberar el principio activo de una manera específica y en un lugar determinado del organismo. Romper esa estructura, aunque parezca una solución práctica para quienes tienen dificultades para tragar, puede desbaratar por completo la absorción y distribución del fármaco. Los profesionales de la salud, especialmente los farmacéuticos, insisten en la importancia de respetar la forma farmacéutica original, un detalle crucial que, lamentablemente, a menudo pasa desapercibido para el paciente.
2FARMACÉUTICOS EL SECRETO DEL RECUBRIMIENTO: LO QUE PIERDES AL CORTAR TU PASTILLA

Muchas pastillas, especialmente las cápsulas o ciertos comprimidos, están cubiertas por recubrimientos que no son meramente decorativos o para facilitar el trago. Estas capas protectoras tienen funciones vitales: proteger el principio activo de la degradación por los ácidos del estómago, enmascarar sabores desagradables o, fundamentalmente, controlar la velocidad y el lugar de liberación del fármaco en el tracto digestivo. Es el caso de los medicamentos de liberación prolongada o entérica, donde el recubrimiento es la clave para que el principio activo llegue intacto al intestino o se libere gradualmente a lo largo de horas.
Cuando una pastilla con este tipo de recubrimiento es cortada o triturada, esta barrera esencial se rompe de inmediato. El principio activo queda expuesto prematuramente, pudiendo ser destruido por el pH gástrico o liberarse de golpe en el estómago en lugar de hacerlo de forma controlada más adelante. Esto no solo reduce la cantidad de medicamento que finalmente llega a la sangre en la forma correcta, sino que también puede aumentar la concentración del fármaco en un momento dado, lo que conlleva otros riesgos que los farmacéuticos conocen bien y advierten.