martes, 17 junio 2025

¡Alerta! No es el azúcar, pero este «veneno blanco» te está dañando gravemente, según un nutricionista

El veneno blanco que muchos temen identificar con el azúcar, tiene un primo hermano igual de insidioso, si no más. Hablamos de ese componente omnipresente en nuestra dieta diaria, ese invitado silencioso que se cuela en panes, pastas y dulces sin que apenas nos demos cuenta de su verdadero impacto. La alarma salta cuando los expertos en nutrición señalan con dedo acusador a algo tan básico y cotidiano, revelando que detrás de su aspecto inofensivo se esconde un daño grave y continuado para nuestro organismo.

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Este adversario inesperado no se oculta en envases llamativos ni lleva etiquetas de advertencia visibles; reside en la propia base de muchos alimentos procesados que consumimos con ligereza. Sus efectos, lejos de ser inmediatos y evidentes como los de un atracón de dulces puro y duro, se manifiestan de forma progresiva y silenciosa, minando nuestra salud desde dentro. Es crucial entender de qué hablamos para poder protegernos de lo que parece un alimento y resulta ser, para muchos, un auténtico problema.

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EL PEAJE OCULTO: MÁS ALLÁ DEL AZÚCAR Y LA INFLAMACIÓN

Fuente: Freepik

El perjuicio de las harinas refinadas no se limita únicamente a su impacto glucémico y su capacidad de generar inflamación; tienen otros efectos negativos menos comentados pero igualmente importantes. Su bajo contenido en fibra no solo acelera la absorción de glucosa, sino que también afecta negativamente a la salud digestiva y al microbioma intestinal. La fibra es fundamental para el correcto tránsito intestinal y sirve de alimento para las bacterias beneficiosas de nuestro intestino, y su ausencia en el veneno blanco puede llevar a problemas como estreñimiento, disbiosis y otros trastornos gastrointestinales. Un microbioma intestinal desequilibrado, a su vez, se ha relacionado con problemas de peso, función inmunológica alterada e incluso en el estado de ánimo y la salud mental.

Además, al ser calorías mayormente vacías, los alimentos hechos con harinas refinadas desplazan de la dieta otros alimentos más nutritivos, llevando a deficiencias de vitaminas, minerales y otros micronutrientes esenciales. Es fácil consumir una gran cantidad de calorías a través de pan blanco, bollería o pasta no integral sin aportar al cuerpo los elementos necesarios para funcionar correctamente. Este déficit nutricional, combinado con el exceso de energía fácil de almacenar (el cuerpo transforma el exceso de glucosa en grasa con gran eficiencia), contribuye al aumento de peso y a la obesidad, factores de riesgo para multitud de enfermedades crónicas. El consumo excesivo de este veneno blanco, por tanto, no solo añade elementos perjudiciales, sino que también resta componentes vitales para una salud óptima.

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