Valencia esconde a poca distancia uno de esos destinos que parecen sacados de una postal: Peñíscola, una joya del Mediterráneo que combina mar, historia y belleza en cada rincón. A poco más de una hora y media en coche desde Valencia, esta ciudad amurallada se alza sobre un peñón que se adentra en el mar, coronada por su imponente castillo templario. Ideal para una escapada de fin de semana, Peñíscola ofrece ese equilibrio perfecto entre desconexión, cultura y paisaje que muchos buscan sin tener que recorrer largas distancias.
Aunque Valencia tiene en su propio entorno playas y patrimonio, Peñíscola ofrece un casco antiguo con siglos de historia que se mezcla con el ambiente veraniego de su costa. Las callejuelas empedradas, los balcones con buganvillas, los restaurantes familiares y las vistas al mar convierten esta localidad en una experiencia única. Además, su tamaño compacto permite recorrerla a pie con calma, disfrutando de cada detalle sin prisas ni agobios.
1Encuentra cerca de Valencia un castillo con historia y vistas al infinito

El gran protagonista de Peñíscola es su castillo, construido por los templarios en el siglo XIII y famoso por haber sido residencia del Papa Luna. Desde sus murallas se obtiene una de las vistas más espectaculares del Mediterráneo valenciano. La fortaleza domina la costa y permite apreciar cómo el mar abraza el casco antiguo, creando una estampa difícil de olvidar. Recorrer sus salas y almenas es también un viaje en el tiempo que conecta con la historia religiosa y militar de la zona.
Valencia no tiene muchas construcciones que igualen la majestuosidad del castillo de Peñíscola. Aquí, el pasado se vive con intensidad, desde las recreaciones históricas que se realizan en verano hasta los detalles arquitectónicos que narran siglos de acontecimientos. Subir al castillo al atardecer, cuando el sol cae sobre el mar, es uno de esos momentos que justifican cualquier escapada.