Disfrutar de unas lonjas finas de jamón ibérico es una cuestión que va más allá de comerlo, eso hay que hacerlo con arte y con gusto. Ideal para una mesa sencilla, pero con mucho encanto, quizás con un poco de pan tostado, un buen vino tinto, unos quesos madurados y aceitunas, es una de las formas más tradicionales de saborear cada bocado y sentir cómo se derrite en la boca.
Incluso, los expertos en salud y nutrición lo ven como un superalimento que es beneficioso para incluir a cualquier dieta, pero hay un pequeño detalle que lo transforma en todo lo contrario. Por eso hoy te explicaré cómo es la forma correcta de comer jamón ibérico sin necesidad de sacrificar el placer de experimentar esa textura que es tan característica, y que es parte no solo de nuestra cultura como país, sino que ha traspasado fronteras y se ha convertido en tradición en otras tierras, como Portugal y el sur de Europa.
1EL JAMÓN IBÉRICO ES SALUDABLE SI SE COME CON CABEZA

El jamón ibérico es un manjar saludable cuando se consume con moderación. Además, de elevar la experiencia gustativa de tu paladar a otro nivel, también puede servirte como aliado si lo integras a tu dieta de forma equilibrada. Esta delicia de jamón es rico en proteínas de alto valor biológico, mientras que la alta cantidad de hierro y zinc que posee, hacen que el sistema inmunológico se vea beneficiado y protegido.
El jamón ibérico contiene el grupo de las vitaminas del grupo B, como lo son B1, B6 y B12. Este grupo de vitaminas es clave para mejorar el funcionamiento del sistema nervioso. Mientras, el ácido oleico hace que su perfil de grasas sea el responsable de regular el colesterol, por lo que también es un alimento bajo en carbohidratos y que tiene un gran impacto en la salud cardiovascular. Sin embargo, todo esto deja de valer con un solo gesto que arruina los beneficios de este jamón.