miércoles, 18 junio 2025

No es el gluten, es el ‘FODMAP’: la verdadera razón por la que el pan y otros alimentos te hinchan

Parece que el FODMAP es el nuevo villano en la digestión de muchos españoles, la verdadera razón detrás de esa incómoda hinchazón que aparece después de una comida aparentemente inocente, a menudo centrada en alimentos tan comunes como el pan. Durante años, la culpa recaía automáticamente sobre el gluten, llevando a muchos a autodiagnosticarse y eliminarlo de su dieta sin una confirmación médica de celiaquía, cuando el verdadero culpable habitaba en otros rincones de nuestra mesa diaria.

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Este persistente malestar digestivo, que se manifiesta como gases, distensión abdominal o incluso cambios en el ritmo intestinal, no siempre obedece a las causas más sonadas como la enfermedad celíaca o la intolerancia a la lactosa, diagnósticos que requieren pruebas específicas. Hay un universo de carbohidratos poco conocidos para el gran público, presentes en multitud de frutas, verduras, lácteos y cereales, que pueden ser los auténticos desencadenantes de esas molestias tan molestas.

DESCIFRANDO EL MISTERIO: ¿QUÉ SON EXACTAMENTE LOS FODMAPS?

DESCIFRANDO EL MISTERIO: ¿QUÉ SON EXACTAMENTE LOS FODMAPS?
Fuente: Freepik

Vamos a ponerle nombre y apellido a este asunto: FODMAP es un acrónimo anglosajón que suena un poco técnico, pero que en realidad agrupa a un conjunto de carbohidratos de cadena corta que tienen una característica particular, son mal absorbidos en el intestino delgado de la mayoría de las personas. Esto no significa que haya un problema grave de absorción en general, sino que, por su propia naturaleza química, pasan casi intactos a tramos más bajos del sistema digestivo.

Estos compuestos incluyen oligosacáridos (como los fructanos presentes en el trigo o las legumbres), disacáridos (la lactosa en la leche, si hay intolerancia), monosacáridos (la fructosa en exceso de ciertas frutas) y polioles (alcoholes de azúcar usados como edulcorantes o presentes naturalmente en algunas frutas y verduras). La cuestión es que, al llegar al intestino grueso, esa gran cantidad de carbohidratos no digeridos se convierte en un festín para nuestras bacterias intestinales, que se lanzan a fermentarlos produciendo gases como hidrógeno, metano y dióxido de carbono.

POR QUÉ ALGUNAS TRIPAS GRITAN: LA SENSIBILIDAD INTESTINAL EN JUEGO

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Fuente: Freepik

La fermentación de los FODMAP en el intestino grueso es un proceso natural, y no todos experimentan síntomas significativos. El quid de la cuestión radica en la sensibilidad individual de cada persona; para aquellos con un intestino más reactivo o con una flora intestinal particular, el exceso de gas y la llegada de agua al lumen intestinal (atraída por estos compuestos no absorbidos) provoca distensión y activa los nervios sensibles de la pared intestinal, desencadenando dolor, hinchazón y cambios en el tránsito.

No estamos hablando de una alergia ni de una enfermedad autoinmune como la celiaquía, donde la respuesta es del sistema inmune al gluten. La sensibilidad a los FODMAP se relaciona más bien con una hipersensibilidad visceral o con un desequilibrio en la microbiota intestinal, donde el intestino reacciona de forma exagerada a estímulos normales como la distensión gaseosa, lo que lleva a una percepción amplificada del malestar que se traduce en los síntomas digestivos tan conocidos. Es una cuestión de cómo el intestino gestiona y responde a ciertos tipos de azúcares y la fermentación que generan.

LOS SOSPECHOSOS HABITUALES: ALIMENTOS CARGADOS DE FODMAPS

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Aquí es donde la cosa se pone interesante para el día a día, porque los FODMAP se esconden en muchos de los alimentos que consumimos a diario, lo que explica por qué las molestias pueden parecer tan aleatorias o ligadas a comidas muy diversas. El trigo, por ejemplo, es una fuente importante de fructanos, uno de los tipos de FODMAP más comunes y a menudo el responsable de la hinchazón asociada al consumo de pan, pasta o cereales tradicionales, lo que lleva erróneamente a pensar que es el gluten.

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Pero la lista es larga: la lactosa en la leche, si hay malabsorción, es un disacárido FODMAP; la fructosa, en exceso respecto a la glucosa en frutas como la manzana, pera o mango, es un monosacárido problemático para algunos; y los polioles se encuentran tanto en edulcorantes como el sorbitol o xilitol como en aguacates, champiñones o ciertas verduras, componentes que, al no ser completamente digeridos, fermentan y causan síntomas en personas sensibles a los FODMAP. Es crucial entender que no todos los alimentos de una categoría son altos en estos compuestos; hay frutas y verduras con bajo contenido, o panes con procesos de elaboración que reducen los fructanos.

SÍNTOMAS QUE CONFUNDEN: ¿ES COLON IRRITABLE O SENSIBILIDAD A FODMAPS?

SÍNTOMAS QUE CONFUNDEN: ¿ES COLON IRRITABLE O SENSIBILIDAD A FODMAPS?
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Los síntomas de la sensibilidad a los FODMAP son muy similares a los del Síndrome del Intestino Irritable (SII), y de hecho, se considera que esta sensibilidad es un factor clave que contribuye a los síntomas en una gran parte de personas con SII. La hinchazón, el gas, el dolor abdominal, la diarrea o el estreñimiento son manifestaciones comunes que, sin un conocimiento adecuado sobre los diferentes tipos de malestares digestivos y sus causas, pueden llevar a un diagnóstico impreciso o a dietas restrictivas innecesarias, como eliminar el gluten sin ser celíaco.

Es fundamental diferenciar entre la enfermedad celíaca, que es una enfermedad autoinmune grave desencadenada por el gluten que daña el intestino, y la sensibilidad a los FODMAP, que es una respuesta funcional del intestino a la fermentación de ciertos carbohidratos. Mientras la celiaquía requiere una eliminación de gluten de por vida y verificada por pruebas, la sensibilidad a estos azúcares fermentables puede manejarse identificando y limitando los alimentos desencadenantes sin necesidad de renunciar a grupos enteros de alimentos si no es estrictamente necesario, algo que solo se puede hacer de forma estructurada y guiada.

PONTE A PRUEBA: EL ENFOQUE DIETÉTICO FRENTE A LOS FODMAPS

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Afortunadamente, existe un enfoque dietético específico que ha demostrado ser muy efectivo para identificar y manejar la sensibilidad a los FODMAP: la dieta baja en FODMAPs. Este proceso, que debe ser supervisado por un dietista-nutricionista con experiencia, consta de varias fases. La primera es una fase de eliminación estricta de alimentos altos en estos compuestos durante unas pocas semanas, con el objetivo de aliviar los síntomas. Esta fase inicial permite al intestino ‘descansar’ de la carga fermentativa y suele resultar en una mejora significativa en las molestias digestivas.

Una vez que los síntomas han remitido, comienza la fase crucial de reintroducción gradual y controlada. Se reintroducen los diferentes tipos de FODMAP (fructanos, lactosa, fructosa, polioles) de uno en uno, en cantidades crecientes, para identificar cuáles son los grupos específicos de carbohidratos y las cantidades que desencadenan los síntomas en esa persona particular. Este paso es vital porque la mayoría de las personas no reaccionan a todos los FODMAPs por igual, y el objetivo final es crear una dieta personalizada que sea lo menos restrictiva posible, permitiendo reincorporar alimentos bien tolerados y limitando solo aquellos que realmente causan problemas, mejorando la calidad de vida sin renunciar innecesariamente a la variedad en la dieta.

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