‘Supervivientes 2025’ sigue dando que hablar incluso después de su emisión. A tan solo diez días de haber pisado de nuevo suelo español, Pelayo Díaz ya se ha convertido en uno de los protagonistas del post-reality. El estilista, conocido por su franqueza y carisma, no solo ha retomado su vida social y profesional a gran velocidad, sino que también ha sorprendido al confesar que ha recuperado casi todo el peso que perdió en los Cayos Cochinos. La experiencia en Honduras le dejó huella física y emocional, pero el efecto rebote ha hecho su aparición antes de lo esperado.
Durante su participación en ‘Supervivientes 2025’, Pelayo vivió en carne propia las duras restricciones alimenticias del concurso. Como ocurre con la mayoría de los concursantes, la pérdida de peso fue una constante. Sin embargo, tras volver a casa y reencontrarse con sus afectos y sus rutinas, el estilista no ha tardado en entregarse a los placeres que tanto añoraba; como buena comida, cenas con amigos y la cocina casera que tanto echó de menos durante su estancia en la isla.
1Los participantes de ‘Supervivientes’ pasan del hambre a los banquetes

Uno de los detalles más comentados de ‘Supervivientes 2025’ es el drástico cambio físico que atraviesan sus participantes. En el caso de Pelayo Díaz, él mismo ha revelado que llegó a perder siete kilos durante el concurso. En su reciente intervención en el programa ‘TardeAR’, el estilista confesó entre risas que, en apenas diez días fuera del reality, ya ha recuperado “casi todo lo perdido”. Sin precisar la cifra exacta, dejó claro que la comida ha vuelto a ocupar un lugar prioritario en su día a día.
Lejos de preocuparse, Pelayo ha abrazado con gusto este efecto rebote. “Me estoy hinchando de comer y también de cocinar todo lo que allí soñaba”, declaró. Las cenas con amigos como Damián Quintero, los reencuentros familiares y su vuelta a los fogones han sido parte esencial de esta recuperación exprés. En su caso, ‘Supervivientes 2025’ no solo fue una prueba de resistencia física, sino también un recordatorio del valor que tienen los placeres cotidianos.