viernes, 20 junio 2025

La ‘carne cultivada’ ya está aquí: he hablado con los científicos que la crean y me han contado su sabor y cuándo la encontrarás en el súper

La carne cultivada ya no es un concepto relegado a novelas de ciencia ficción o a laboratorios futuristas; está llamando a la puerta de nuestra realidad alimentaria con una fuerza cada vez mayor. Esta innovación, fruto de la agricultura celular, promete revolucionar la forma en que producimos y consumimos proteínas animales, planteando un futuro donde obtener un filete no implique necesariamente el sacrificio de un animal. La conversación sobre su sabor, su disponibilidad y, sobre todo, su viabilidad como alternativa sostenible a la ganadería tradicional, está más viva que nunca, generando tanto entusiasmo como interrogantes entre consumidores, científicos y la industria alimentaria.

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El interés por la carne cultivada se nutre de una creciente conciencia sobre el impacto ambiental de la producción cárnica convencional y de una búsqueda constante de soluciones más éticas y eficientes para alimentar a una población mundial en aumento. Los avances científicos en este campo son vertiginosos, y aunque todavía existen desafíos significativos antes de que la encontremos habitualmente en la cesta de la compra, la perspectiva de una transformación profunda en nuestros hábitos alimenticios es innegable. Lo que hasta hace poco parecía una utopía, hoy se perfila como una posibilidad tangible que podría redefinir nuestra relación con la comida.

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IMPACTO ECONÓMICO Y SOCIAL: ¿REDEFINIENDO LA CADENA ALIMENTARIA?

Fuente Pexels

La irrupción de la carne cultivada podría tener un impacto económico y social profundo, reconfigurando la industria cárnica global tal y como la conocemos. Para los países y empresas que lideren la investigación y producción, se abren nuevas oportunidades de mercado y desarrollo tecnológico, mientras que para el sector ganadero tradicional plantea un desafío adaptativo considerable. La transición, si se produce, deberá gestionarse cuidadosamente para mitigar posibles efectos negativos en las comunidades rurales y en los millones de personas cuyo sustento depende de la ganadería.

La coexistencia de la carne convencional y la carne cultivada parece el escenario más probable a medio plazo, ofreciendo a los consumidores más opciones y fomentando la innovación en ambos sectores. La agricultura celular podría también abrir la puerta a la producción de otros alimentos, como pescado o lácteos cultivados, ampliando aún más el horizonte de esta revolución tecnológica, una transformación que busca no solo cambiar lo que comemos, sino cómo lo producimos, con la vista puesta en un sistema alimentario más ético, sostenible y resiliente. El debate está servido, y el futuro de la carne cultivada se escribe día a día en laboratorios de todo el mundo.

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