Los vecinos de Valdebebas, Madrid, se encuentran en pie de guerra ante la inminente construcción del circuito de Fórmula 1, que amenaza con transformar radicalmente su día a día. Lo que para algunos es un motor económico y un evento de prestigio, para los residentes cercanos es una «herida muy grande en el barrio», tal como lo describe uno de los afectados, Constantino Blanco, representante de la plataforma ciudadana Stop F1 quien compartió sus preocupaciones y las de sus vecinos en un reciente testimonio
Desde su propia casa, a escasos 50 metros de donde se erigirá el circuito, un vecino relata cómo la proximidad al trazado es una fuente de ansiedad constante. «Lo tienes al ladito mismo», comenta el entrevistador, a lo que el residente responde con resignación: «Sí, a escasos 40-50 metros. O sea, dos carriles… Es lo que hay. 50 metros».
La conversación pronto deriva hacia la calidad de vida y el concepto de lujo. Ante la pregunta de si los vecinos que carecen de «lujo» —en referencia a hoteles de 4 o 5 estrellas— querrían uno, el residente es tajante: «A ver, mi casa es un lujo, ¿vale? Cada uno tiene su casa y su casa es el mayor lujo que hay». La idea de un traslado temporal para evitar las molestias del Gran Premio fue descartada por inviable, pues «si partes de trasladar a los vecinos, das por hecho de que hay un error tan burdo que no va a ocurrir nunca».
La magnitud del problema es considerable. Se calcula que «centenares» de personas se verán directamente afectadas por el circuito, y la cifra podría ascender a «200.000» si se considera el impacto indirecto en barrios aledaños como Canillas o Pinar del Rey. Las obras ya han comenzado a pasar factura: «Estamos siendo afectados. Porque las obras que están ocurriendo ahora, ya el ruido, el pi-pi-pi de los camiones ya es insoportable a las 4 de la mañana». Se reportan trabajos nocturnos, vibraciones constantes y la promesa de hasta 95 decibelios de ruido durante el evento, un nivel insostenible para cualquier hogar.
Pero no solo el ruido preocupa. El tráfico es otro de los puntos críticos. Las carreteras cercanas, como la M40, ya sufren de colapsos diarios, y la construcción del circuito «colapsaría todavía más el tráfico de esos barrios», afectando a San Chinarro y La Moraleja. El residente predice un «colapso total», donde incluso las salidas de Valdebebas hacia la M40 se verían comprometidas, dejando zonas sin acceso viable.

OBRAS «LACERANTES» SIN BENEFICIO PARA EL BARRIO
Se estima que las obras previas, el montaje y el desmontaje del circuito durarán alrededor de cinco meses al año, siendo los «dos, tres meses centrales» los más «lacerantes para el barrio entero». La licencia del circuito no es definitiva, lo que implica un ciclo anual de montaje y desmontaje, con el consecuente impacto en la vida de los vecinos.
La idea de que el asfalto del circuito pueda beneficiar a los residentes el resto del año es rápidamente desestimada. «Nadie necesita asfalto, nadie quiere asfalto», afirma el vecino, subrayando que su barrio valora el parque y no las infraestructuras de un circuito.
En cuanto a los posibles beneficios económicos, el panorama es desolador para el barrio. Si bien el Gran Premio podría generar ganancias para Madrid en general, «con respecto al barrio, lo que hay es perjuicio económico». Aunque algunos pocos podrían beneficiarse alquilando plazas de garaje, la mayoría saldrá perdiendo, especialmente aquellos que trabajan en empresas cercanas como Correos o Sanitas, quienes verán sus traslados y el estacionamiento gravemente afectados. La zona se convertiría en un «Ramón y Cajal» en términos de colapso de aparcamiento.
La vía judicial se presenta como el camino a seguir para los vecinos. Aunque una denuncia previa de Más Madrid fue rechazada, los residentes confían en el «espíritu de la ley» y en encontrar las «fallas» del proyecto. «No hay posibilidad de negociar», lamenta el vecino, quien afirma que «ellos quieren construir y nosotros no queremos el circuito. No hay una solución salomónica».
La reciente sentencia que rechazó la denuncia de Más Madrid es vista como una guía: «Nos ha mostrado el juicio, el juzgado, el juez, nos ha mostrado los defectos y nos ha mostrado lo que debemos hacer». Los vecinos planean informarse a fondo, buscar asesoramiento legal de abogados especializados y presentar nuevas denuncias. La clave, dicen, no es solo el ruido, sino todas las deficiencias del proyecto, incluyendo el aumento de la contaminación y la destrucción de una vía pecuaria.
El tiempo apremia, ya que el ayuntamiento entregará el proyecto la próxima semana, dando a los afectados 20 días para recurrir. El objetivo es evitar llegar al punto de tener que «recoger datos» el día de los entrenamientos libres para presentarlos ante el juez. «No queremos llegar nosotros, supongo que el IFEMA tampoco, ni será agradable para el juez tener que detener el gran premio del sábado y el domingo».
La plataforma de vecinos, en colaboración con ecologistas de Madrid, está decidida a seguir luchando. Habrá «varias» denuncias porque el proyecto «tiene agujeros». La batalla legal, aseguran, está lejos de terminar.
