El bajón de energía que suele golpearnos tras la comida es casi un rito de paso en la jornada, un enemigo invisible que acecha con la promesa de descanso pero a menudo deja una sensación de derrota. Es ese momento en que los párpados pesan, la concentración se desmorona y la única solución que parece viable es echar una cabezadita, una siesta que, si no se maneja con astucia, puede convertirse en una trampa. Todos hemos experimentado esa tentación irrefrenable de cerrar los ojos, buscando un alivio rápido a la fatiga que nubla el pensamiento y ralentiza cada movimiento.
Lo frustrante viene después, ese despertar aturdido, como si el cerebro estuviera cubierto por una densa niebla que tarda en disiparse, un estado peor que el cansancio original. Esa sensación de «resaca de siesta» es lo que ha dado mala fama a un hábito que, bien aplicado, puede ser una herramienta potentísima para revitalizar cuerpo y mente. Pero, ¿cuál es el secreto para evitar esa pesadez y levantarse como nuevo, listo para afrontar la tarde con renovada energía?
6CÓMO INTEGRAR LA SIESTA PERFECTA EN TU RUTINA DIARIA

Implementar esta siesta mágica de 20 a 26 minutos requiere cierta disciplina y planificación, pero los resultados justifican el esfuerzo. Lo primero es buscar un lugar tranquilo donde no vayas a ser molestado, aunque sea un rincón de la oficina o un asiento reclinable en casa. Lo segundo, y crucial, es poner una alarma que suene exactamente al cabo de 20 o 26 minutos desde que te tumbas. No intentes ajustar la hora de dormir sino la hora de despertar; si tardas unos minutos en conciliar el sueño, el tiempo de descanso real será el adecuado.
No te frustres si no te duermes profundamente; el objetivo principal es simplemente descansar y relajar el cuerpo y la mente. Incluso si solo «descansas» con los ojos cerrados durante ese tiempo, permitir que tu cuerpo y cerebro bajen las revoluciones es enormemente beneficioso. Al sonar la alarma, levántate de inmediato y, si es posible, exponte a la luz natural para ayudar a tu cerebro a comprender que el descanso ha terminado. Poco a poco, tu cuerpo se acostumbrará a este ritmo y la siesta se convertirá en tu mejor aliada contra el cansancio de la tarde.