La energía es uno de los recursos que más notamos disminuir con el paso del tiempo. Después de los 50 años, es común despertarse sintiendo que las fuerzas ya no son las mismas, que la fatiga se instala con más facilidad y que las actividades cotidianas requieren un esfuerzo mayor. Estos cambios no solo se deben al envejecimiento natural, sino también a cómo el cuerpo procesa los nutrientes y a la disminución de ciertas vitaminas esenciales para el buen funcionamiento del organismo.
Por eso, recuperar esa energía que parece haberse esfumado no es un asunto menor. Afortunadamente, la ciencia ha identificado una vitamina clave que puede marcar la diferencia: la B12. Esta vitamina es fundamental para mantener el sistema nervioso sano, para la formación de glóbulos rojos y, sobre todo, para producir la energía que necesitamos a diario. A medida que envejecemos, el cuerpo tiene más dificultades para absorberla, lo que explica en parte la sensación persistente de cansancio en la madurez.
1La vitamina B12 y su impacto en tu energía diaria
La energía es el motor de nuestras actividades, desde las más simples hasta las más exigentes. Cuando empieza a faltar, se nota en el ánimo, en la concentración y hasta en el sistema inmunológico. La vitamina B12 juega un papel esencial en ese engranaje, ya que interviene en la producción de energía celular y en el metabolismo de las proteínas, grasas y carbohidratos. Sin ella, el cuerpo funciona a medio gas.
Después de los 50, la absorción de vitamina B12 disminuye porque el estómago produce menos ácido gástrico, que es necesario para liberar la B12 de los alimentos. Esto provoca una deficiencia silenciosa que puede traducirse en fatiga crónica, debilidad muscular y problemas de memoria. Incorporarla a través de suplementos o alimentos enriquecidos puede ser una manera efectiva de devolverle al cuerpo la energía perdida y mejorar la calidad de vida.
