Los pollos que encontramos en el mostrador del supermercado a menudo nos presentan un dilema cromático: ¿amarillo intenso o blanco pálido? Esta elección, que para muchos consumidores es casi un acto de fe basado en costumbres o percepciones heredadas, esconde detrás una explicación sencilla pero fundamental relacionada directamente con la dieta de estas aves. Lejos de ser un indicativo de mayor o menor calidad intrínseca, el color de la piel y la grasa de los pollos es, en gran medida, un reflejo de los cereales que han constituido su principal sustento.
Entender esta diferencia es clave para tomar decisiones más informadas en nuestra compra semanal, desterrando mitos y centrando la atención en lo que verdaderamente importa a la hora de seleccionar una buena pieza de pollo. Porque, como bien apuntan los expertos en nutrición, la tonalidad no es el único ni el más importante factor a considerar, y conocer el origen de esa pigmentación nos permite valorar otros aspectos cruciales como el tipo de crianza o el bienestar animal, que sí tienen un impacto directo tanto en las propiedades organolépticas como en el perfil nutricional de la carne que llevamos a nuestra mesa.
2MÁS ALLÁ DEL PLUMAJE (O LA PIEL): FACTORES QUE SÍ IMPORTAN AL ELEGIR POLLOS

Aunque el color pueda ser lo primero que salte a la vista, existen factores mucho más determinantes para la calidad y las características de la carne de los pollos. El tipo de crianza es, sin duda, uno de los más relevantes; no es lo mismo un pollo criado en un sistema industrial intensivo, con alta densidad de animales y poco espacio para moverse, que un pollo campero o ecológico, que ha tenido acceso al exterior, una alimentación más variada y, en general, unas mejores condiciones de bienestar animal. Estos aspectos influyen directamente en la textura y el sabor de la carne.
El etiquetado se convierte así en nuestro mejor aliado a la hora de tomar una decisión informada en el supermercado. Buscar sellos de certificación ecológica, indicaciones de «pollo campero criado en libertad» o información sobre el origen y el método de cría nos proporciona pistas valiosas, mucho más fiables que el simple color de la piel. Fijarse en la fecha de sacrificio para asegurar la frescura, el aspecto general de la pieza –que debe ser tersa y sin olores extraños– y, si es posible, conocer la procedencia específica de los pollos, son prácticas recomendables para una compra consciente.