sábado, 21 junio 2025

Pollos amarillos vs. blancos: la nutricionista que aclara tus dudas en el supermercado

Los pollos que encontramos en el mostrador del supermercado a menudo nos presentan un dilema cromático: ¿amarillo intenso o blanco pálido? Esta elección, que para muchos consumidores es casi un acto de fe basado en costumbres o percepciones heredadas, esconde detrás una explicación sencilla pero fundamental relacionada directamente con la dieta de estas aves. Lejos de ser un indicativo de mayor o menor calidad intrínseca, el color de la piel y la grasa de los pollos es, en gran medida, un reflejo de los cereales que han constituido su principal sustento.

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Entender esta diferencia es clave para tomar decisiones más informadas en nuestra compra semanal, desterrando mitos y centrando la atención en lo que verdaderamente importa a la hora de seleccionar una buena pieza de pollo. Porque, como bien apuntan los expertos en nutrición, la tonalidad no es el único ni el más importante factor a considerar, y conocer el origen de esa pigmentación nos permite valorar otros aspectos cruciales como el tipo de crianza o el bienestar animal, que sí tienen un impacto directo tanto en las propiedades organolépticas como en el perfil nutricional de la carne que llevamos a nuestra mesa.

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EL VEREDICTO DE LA NUTRICIONISTA: CONSEJOS PRÁCTICOS PARA LA CESTA DE LA COMPRA

Fuente Pexels

Siguiendo la línea de lo que apuntan los expertos en nutrición, el consejo principal al enfrentarnos al lineal de pollos es no dejarse llevar únicamente por el color. Como se ha mencionado, la tonalidad responde al tipo de cereal predominante en la dieta del animal, pero no es un indicador fiable de si un pollo es más o menos saludable, o si ha sido criado en mejores condiciones. Es preferible desviar la atención hacia otros marcadores de calidad que sí ofrecen información más relevante para nuestra salud y para una elección ética.

En este sentido, la recomendación es clara: priorizar la información disponible en el etiquetado sobre el sistema de cría (ecológico, campero, de corral) y el bienestar animal. Un pollo que ha tenido movilidad y una alimentación controlada y, preferiblemente, ecológica, tenderá a ofrecer una carne de mejor calidad nutricional y organoléptica, independientemente de si su piel es más amarilla o más blanca. Observar la fecha de caducidad, la integridad del envase y, si se compra a granel, el aspecto fresco y saludable de la pieza, son también pautas básicas para acertar con nuestros pollos.

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