lunes, 23 junio 2025

Este error común en el desayuno puede estar desequilibrando tus hormonas sin que lo sepas

Las hormonas pueden cambiar al empezar el día con un desayuno aparentemente “normal” pero que a la final puede no ser tan inocente como parece. Lo que elegimos para romper el ayuno nocturno influye mucho más allá de la energía inmediata; afecta directamente al equilibrio hormonal. Y aunque muchas personas creen estar tomando decisiones saludables, hay un error frecuente que podría estar saboteando en silencio el funcionamiento de sus hormonas, día tras día.

Publicidad

Las hormonas son mensajeros bioquímicos que regulan desde el estado de ánimo hasta el metabolismo, el apetito o el descanso. Cuando están en equilibrio, el cuerpo funciona con fluidez. Pero basta con una rutina alimenticia poco acertada para comenzar a alterarlas. Uno de los momentos más sensibles para su activación es el desayuno, y lo que muchos ignoran es que ese bol de cereales azucarados, ese café con leche y pan blanco, o incluso saltarse la comida por completo, puede estar alterando un delicado sistema que condiciona toda la jornada.

2
Las hormonas del hambre y la saciedad también se alteran

Fuente: Pexels

El error de desayunar poco o mal también tiene efectos sobre las hormonas relacionadas con el apetito. Si el desayuno no incluye proteínas ni grasas saludables, es más probable que aparezca hambre al poco tiempo de haber comido. Esto se debe a que la grelina, conocida como la hormona del hambre, se mantiene activa, mientras que la leptina, que es la hormona que nos hace sentir saciados, no se activa correctamente.

Además, cuando las hormonas están desajustadas, el cuerpo puede pedir más comida de la necesaria, especialmente antojos de azúcar o carbohidratos simples. Esto crea un círculo vicioso que va afectando el metabolismo, favoreciendo el aumento de peso, la fatiga crónica y, en casos más serios, la resistencia a la insulina. Y todo empieza, en muchos casos, con lo que decidimos comer a primera hora.

Publicidad
Publicidad