sábado, 21 junio 2025

La playa española que The Guardian eligió como la mejor del mundo (y no, no está en Baleares)

Hablar de playa en España es evocar imágenes de costas infinitas bajo un sol abrasador, de Mediterráneo cálido o Cantábrico bravo, de calas escondidas o arenales extensos, pero pocas veces pensamos en un rincón del Atlántico gallego cuando se menciona la mejor del mundo. La sorpresa fue mayúscula, casi incredulidad, cuando el prestigioso diario británico The Guardian apuntó su mirada a un lugar menos trillado para el turismo masivo internacional, lejos de las archiconocidas Baleares o la Costa del Sol, para otorgarle este reconocimiento. Un giro inesperado que puso los focos sobre la discreta belleza del litoral atlántico, demostrando que, a veces, las mayores joyas se esconden donde menos se espera, esperando ser descubiertas por aquellos que buscan algo más que sol y arena.

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Este reconocimiento por parte de un medio de tanto peso internacional no es cosa menor; trasciende la simple anécdota veraniega para convertirse en un hito que realza el valor natural y paisajístico de una región a menudo injustamente relegada frente a otros destinos costeros patrios. No se trata solo de una cuestión de arena fina o aguas cristalinas, que las tiene, sino de un conjunto de factores que confluyen para crear una experiencia singular, casi mística, una atmósfera difícilmente replicable que cautiva a quien tiene la fortuna de poner un pie en su orilla. Es el tipo de noticia que invita a la reflexión sobre qué entendemos realmente por «la mejor playa» y si la fama siempre acompaña al mérito.

LA CORONACIÓN ATLÁNTICA: CUANDO THE GUARDIAN MIRÓ A GALICIA

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La noticia llegó como una brisa fresca en pleno verano, o quizás mejor dicho, como un vendaval de sorpresa que agitó el panorama turístico español. Que The Guardian, uno de los diarios más influyentes del Reino Unido y con una mirada global, situara una playa gallega en la cúspide mundial fue algo que, sinceramente, pocos veían venir. Estábamos acostumbrados a que las listas y los rankings de «mejores playas» se cebaran con las islas, especialmente con la seductora Mallorca o la vibrante Ibiza, lugares de innegable belleza pero también de una masificación creciente que, para muchos, resta encanto a la experiencia.

El titular fue directo y contundente, señalando sin ambages a este rincón atlántico como el no va más, desbancando a candidatas de todos los continentes, lo cual decía mucho de sus virtudes intrínsecas más allá del reclamo turístico fácil. No era solo la belleza natural, que por supuesto es fundamental, sino también su estado de conservación, su ambiente particular y esa sensación de hallazgo que proporciona visitarla, aspectos que, al parecer, pesaron mucho en el criterio de los expertos del rotativo británico. Una elección valiente que obligó a muchos a coger el mapa y redescubrir la costa gallega.

DESVELANDO EL SECRETO: RODAS EN LAS ISLAS CÍES

Y la joya señalada por The Guardian tenía nombre propio y ubicación exacta: la playa de Rodas, en el archipiélago de las Islas Cíes, frente a la ría de Vigo. Un nombre que, de repente, resonó con fuerza mucho más allá de las fronteras gallegas y españolas, despertando la curiosidad de viajeros de todo el mundo. Rodas no es una playa cualquiera; es un arenal que une dos de las islas principales del archipiélago, la de Monteagudo y la de Faro, creando un paisaje de postal absolutamente espectacular, casi irreal para quienes no lo conocen.

Imagina una lengua de arena blanca y finísima, bañada por unas aguas increíblemente transparentes que, en los días de sol, adquieren tonalidades turquesas que recuerdan más al Caribe que a la fría Costa da Morte. Es ese contraste, el del verde intenso de los pinos que rodean la playa, el blanco cegador de la arena y el azul eléctrico del mar, lo que le confiere una belleza salvaje y delicada a la vez. Un lugar donde la naturaleza se muestra en su estado más puro, casi virgen, y donde el rumor de las olas se mezcla con el canto de las gaviotas en una sinfonía que invita a la desconexión total.

EL EDÉN GALLEGO: UNA BELLEZA SALVAJE Y PROTEGIDA

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Lo que hace única a esta playa, y a todo el archipiélago de las Cíes en general, es su estatus de Parque Nacional Marítimo-Terrestre de las Islas Atlánticas de Galicia. Esta figura de protección garantiza que el entorno se mantenga prácticamente inalterado, ajeno a las agresiones urbanísticas y a la masificación descontrolada que han deteriorado otros litorales. La limitación en el número de visitantes diarios es clave para preservar su frágil ecosistema y asegurar que la experiencia de quienes la visitan sea auténtica, sin aglomeraciones que resten paz y belleza al lugar.

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Esta protección implica una serie de normas y restricciones que pueden sorprender a quienes están acostumbrados a la libertad total en otras playas, pero que son absolutamente necesarias para salvaguardar este paraíso. No se permite acampar libremente, no hay papeleras para evitar alterar el entorno (cada uno debe llevarse su basura), y la navegación está regulada. Es un pequeño precio a pagar por disfrutar de una playa que es mucho más que un lugar para tomar el sol; es un santuario natural donde la conservación es la prioridad absoluta, y donde cada grano de arena parece contar una historia de millones de años.

LA TRAVESÍA A LA GLORIA: CÓMO LLEGAR A LA PLAYA SOÑADA

Llegar a la playa de Rodas no es tan sencillo como aparcar el coche y dar unos pasos. Las Islas Cíes son un archipiélago, lo que significa que el acceso es exclusivamente marítimo. Durante la temporada alta y en Semana Santa, varias navieras ofrecen servicios regulares de ferry desde diferentes puertos de la costa gallega, principalmente Vigo, Cangas y Baiona. Es fundamental planificar la visita con antelación, especialmente en verano, ya que, como mencionamos, el número de visitantes diarios está limitado para proteger el entorno, y los billetes suelen agotarse con semanas de antelación.

Una vez en la isla, la playa de Rodas se extiende majestuosa justo al lado del muelle principal, por lo que su acceso es muy cómodo. Sin embargo, el archipiélago ofrece mucho más que solo esta famosa playa; existen rutas de senderismo que permiten explorar las otras islas, ascender a sus puntos más altos para disfrutar de vistas panorámicas impresionantes, o descubrir otras calas más pequeñas y recogidas. La travesía en sí misma forma parte de la aventura, una navegación por la ría que ya te va sumergiendo en la atmósfera única de las Islas Atlánticas antes incluso de poner pie en la arena de la playa.

EL PESO DEL TÍTULO: ¿ES REALMENTE LA MEJOR PLAYA DEL MUNDO?

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La etiqueta de «mejor playa del mundo» es, por naturaleza, subjetiva y controvertida. Lo que para unos es la perfección, para otros puede no serlo. Las expectativas que genera un título así son enormes, y es inevitable que algunos visitantes, quizás buscando aguas cálidas caribeñas o una infraestructura turística masiva, puedan sentirse sorprendidos por la temperatura del Atlántico, que raramente supera los 18-20 grados, o por la ausencia de chiringuitos a pie de arena. Sin embargo, para quienes valoran la belleza natural en estado puro, la tranquilidad (dentro de lo posible) y un paisaje diferente, Rodas cumple de sobra.

El reconocimiento de The Guardian puso a las Cíes en el mapa global de una forma que ningún otro esfuerzo promocional había logrado antes, atrayendo a un tipo de turismo más consciente, interesado en la naturaleza y la sostenibilidad. Es un espaldarazo a un modelo turístico respetuoso con el medio ambiente y a la apuesta por la conservación. Más allá de si es objetivamente «la mejor playa» del planeta (una discusión bizantina), lo innegable es su belleza excepcional y el valor que tiene que un referente mediático como The Guardian pusiera sus ojos en ella, alejándose de los tópicos para destacar una joya que merece, sin duda, estar en cualquier lista de lugares imprescindibles por su singularidad y encanto. Es la playa que, sin estar en Baleares, conquistó al mundo.

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