En los últimos años, las afirmaciones positivas se han vuelto una herramienta popular para cultivar el bienestar emocional y fomentar la autoconfianza. Libros, redes sociales y hasta apps de meditación las promueven como una forma sencilla y eficaz de cambiar la mentalidad. Sin embargo, muchas personas terminan frustradas al comprobar que repetir frases motivadoras frente al espejo no transforma sus vidas como esperaban.
Para saber el por qué de esto, se debe revisar la manera en la que se aplican. Las afirmaciones positivas no son fórmulas mágicas que funcionan por simple repetición, sino una herramienta que requiere coherencia, trabajo interno y conexión con las emociones. Cuando se usan sin sentido crítico, pueden incluso generar el efecto contrario, es decir, más ansiedad, frustración o autoengaño. Por eso, entender cómo utilizarlas correctamente es fundamental para que realmente tengan un impacto transformador.
1Las afirmaciones positivas deben ser creíbles para ti

Las afirmaciones positivas solo funcionan cuando tienen sentido para quien las pronuncia. Repetir frases como “soy exitoso” o “todo me sale bien” puede resultar contraproducente si en el fondo se siente que eso no es cierto. El cerebro humano tiende a rechazar lo que no encaja con su realidad interna, y si las afirmaciones se perciben como falsas, pueden provocar incomodidad o incluso reforzar creencias negativas preexistentes.
Por eso, los expertos recomiendan formular afirmaciones positivas que estén alineadas con los propios valores y que resulten plausibles. En lugar de decir “soy rico” cuando se atraviesa una situación económica difícil, es más efectivo usar frases como “estoy aprendiendo a manejar mejor mi dinero” o “estoy dando pasos hacia la estabilidad financiera”. La clave es construir mensajes que el cerebro pueda aceptar como posibles, y desde ahí, reforzar la motivación para avanzar.