El krapfen alemán es uno de esos dulces que enamoran desde el primer bocado con su suave y esponjoso exterior y con un relleno que puede ir desde la clásica mermelada de albaricoque hasta la crema pastelera o el chocolate. Con origen en la tradición centroeuropea, este bollo frito se ha convertido en protagonista indiscutible del Carnaval y otras festividades, aunque cualquier momento es perfecto para disfrutarlo.
A medio camino entre el donut y el berliner, el krapfen alemán se distingue por su textura delicada y ese toque mantecoso que lo hace irresistible. Prepararlo en casa no solo permite jugar con los rellenos y adaptarlo a todos los gustos, sino que también garantiza un resultado mucho más sabroso que el de cualquier versión industrial. A continuación, te enseñaremos la receta paso a paso para obtener unos krapfen alemanes que bien podrían salir de una pastelería tradicional de Múnich.
1Ingredientes para preparar el krapfen alemán perfecto

Para empezar, es importante reunir ingredientes frescos y de buena calidad, ya que eso marcará la diferencia en el sabor y la textura del krapfen alemán. La masa requiere 500 g de harina de trigo de fuerza, 75 g de azúcar, 1 sobre de levadura seca de panadería, 1 pizca de sal, 1 huevo entero y 3 yemas, 60 g de mantequilla, 200 ml de leche templada y la ralladura de medio limón o una pizca de vainilla para aromatizar. Para freírlos, se recomienda aceite de girasol o de oliva suave, y para rellenarlos, mermelada, crema pastelera o cualquier relleno al gusto. El toque final lo da el azúcar glas, que se espolvorea generosamente una vez fríos.
El krapfen alemán se puede adaptar a todo tipo de rellenos, lo que lo hace ideal para fiestas, desayunos o meriendas especiales. Aunque la versión tradicional incluye mermelada de albaricoque, se pueden emplear también frutas del bosque, dulce de leche o incluso crema de avellanas. El resultado es un bocado dulce, aireado y con el contraste perfecto entre la masa frita y el interior suave y jugoso.